Seguro que la vicepresidenta del Gobierno no quiso hacer de menos a Portugal en la celebración del quinto centenario de la primera circunnavegación del mundo. Pero una cosa es la diplomacia y otra muy distinta difundir una flagrante falsedad.
La presentación de los actos conmemorativos fue “conjunta”, con ministros españoles y portugueses, y estuvo precedida por una declaración de ambos gobiernos. Pero, si bien es cierto que Magallanes era portugués, no lo es menos que aquella fue una gesta española que se llevó a cabo en contra de la voluntad de Portugal, que puso todo tipo de impedimentos a su consecución, llegando a castigar a un puñado de marineros exhaustos por haber tomado parte en ella.
Si está usted de acuerdo con lo anterior, puede dejar el texto aquí. Ha confirmado lo que ya sabía y acaba de ver reflejada una protesta contra la incomprensible vergüenza o negligencia de España a la hora de reclamar lo que le es propio. Si no está de acuerdo, si cree que de aquella increíble aventura podemos sentirnos igualmente orgullosos ambos países, es porque ignora:
Que la capitulación de abril de 1519 la firmó Magallanes con la Corona española.
Que el rey Manuel se había negado a apoyar el plan de Magallanes.
Que en la capitulación se circunscribían los servicios de Magallanes a los límites del área controlada por España y se excluía el área controlada por Portugal.
Que Magallanes se comprometió a pagar una tasa al rey Carlos sobre los bienes que pudiera descubrir.
Que Sebastián Álvarez, enviado del rey de Portugal, se presentó ante Magallanes para instarle a renunciar al viaje, exigiéndole qué regresara a su país, y que Magallanes le respondió que, dado que en Lisboa le habían rechazado, ahora trabajaba para el rey Carlos.
Que eran españoles dos tercios de una tripulación de más de doscientos cincuenta hombres (casi todos andaluces), frente a solo 15 portugueses.
Que el rey de Portugal no aportó ni uno solo de los 8.780.000 maravedíes que costaron los barcos, en tanto que Carlos contribuyó con 6.400.000 y el comerciante burgalés Cristóbal de Haro con 1.800.000.
Que en el archipiélago que pronto se llamaría Felipinas, y luego Filipinas, Magallanes se aseguró de que el rey de Zzubu, en cuyo auxilio perdería la vida el valiente portugués, jurara lealtad al rey de España.
Que, poco después, Diego López de Siqueiros, capitán portugués, envió una flota contra Magallanes creyéndolo aún vivo, y que una parte de los supervivientes de la histórica expedición huyeron de Tadore al enterarse.
Que los escasos supervivientes que quedaron en Tadore fueron encarcelados al llegar milagrosamente a Lisboa tras una accidentada travesía en la nao Trinidad.
Que la primera vuelta al mundo empezó con Magallanes partiendo de Sanlúcar de Barrameda y concluyó con Elcano arribando a Sanlúcar de Barrameda, “un lugar que merece la pena considerar el epicentro del mundo“ (Hugh Thomas).
No, señora Calvo. No solo aquel viaje fue una gesta de España; fue una gesta coronada a pesar de todos los obstáculos que puso Portugal. Un país adorable y de enormes méritos navales, por otra parte.