Para comprobar cómo está Barcelona sólo hace falta echar un vistazo a lo ocurrido en las elecciones municipales. Entre una líder del movimiento okupa, un viejo cascarrabias, un sindicalista charnego y un ex primer ministro de la República Francesa, el ex primer ministro de la República Francesa queda el último.
Cataluña ha conseguido que se hagan realidad aquellos chistes predemocráticos del "va un francés, un inglés, un alemán y un español", en el que el español siempre acababa ganando pese a su ignorancia y primitivismo. Ahora el que gana siempre es el catalán, como ha tenido oportunidad de sufrir Valls, que a todos los efectos sigue ocupando la plaza del "francés" en el chiste.
Para comprobar cómo está el periodismo en España sólo hace falta echar un vistazo a lo ocurrido con Valls. Desde que se anunció su fichaje por Ciudadanos ha sido tachado de político fracasado, de chaquetero y de inepto. Se rastreó todo su pasado en busca de turbios pasajes y algo se encontró.
Se le pudo acusar de islamófobo porque una vez dijo que creía en la integración de los musulmanes, aunque muchos franceses ya no. Pero lo peor que se le echó en cara fue lo de racista, así que entre escrache y escrache tuvo que ir explicando por los platós que no, que él no expulsó a miles de gitanos de Francia.
Pero hete aquí que el desprestigiado franchute ha empezado a cantarle las cuarenta a Albert Rivera y, de un día para otro, todo ha cambiado. Ahora se lo rifan las televisiones, le llueven las entrevistas y las portadas, y quienes ayer le señalaban con el dedo han descubierto a un estadista. Después de Napoleón, él. Hasta se han olvidado las afiladas críticas a su campaña porque en lugar del naranja corporativo de Cs utilizaba los colores azul, rojo y blanco, que recordaban demasiado a la bandera de la Republique.
Valls, que tiene mucha mili, que es un profesional -en el sentido más digno de la palabra-, que ha sido alcalde, diputado de la Asamblea Nacional Francesa y ministro del Interior antes que primer ministro, aprovechará esta bola extra que le regala el pinball mediático después de haber sido triturado por una de las fundadoras de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca que no terminó la carrera, un anciano independentista amargado y Collboni. Sabe que aún le queda camino por recorrer en Cataluña. Por lo pronto, está a punto de desposarse con una de las mayores fortunas del país.