“I tried to walk away, and I stumbled”. Macy Gray
La derrota de Tsipras en Grecia es la derrota de los que llegaron al poder prometiendo que dos más dos sumarían veintidós, del populismo mentiroso, de las promesas de papel prometiendo lo imposible para acabar, como ha sido el caso de Tsipras claudicando ante la realidad.
Se trata de un ejemplo extremadamente revelador sobre la enorme mentira del populismo, de esos que fingen defender a las clases más desfavorecidas y, como siempre, son los que más daño causan a la mayoría. Y un ejemplo del que debería aprender España.
La devastadora derrota de Tsipras pone punto final a la quimera populista que intentó presentar sus soluciones mágicas, aparentemente simples y buenistas. Prometió asaltar los cielos y se dio de bruces contra el suelo.
El ejemplo de Grecia nos sirve mucho a los españoles.
Primero. No se combate el populismo blanqueándolo. La primera razón por la que Syriza llegó al poder fue porque el partido socialdemócrata y también el conservador implementaron durante años políticas equivocadas. Entre 1976 y 2012, el empleo público se multiplicó por tres mientras el empleo privado aumentó sólo un 25%. Más de 70 empresas públicas deficitarias y ruinosas y un gasto público que se situaba en una media del 49% del PIB desde 2004. Grecia, ante el fracaso de las políticas keynesianas, abrazó el populismo que, en vez de corregir los errores, prometía mucho más de lo mismo.
Segundo. Llega el populismo prometiendo riqueza con políticas de miseria. Un órdago sin cartas a la Unión Europea, amenazar con salirse del euro cuando ni un solo griego aceptaría dracmas devaluados entre un 60 y un 70%... ¿Recuerdan que hasta amenazaban con que Rusia o China, como si fueran tontos, les iban a rescatar gratis? Lo que consiguieron fue un corralito y enviar al país a una recesión más profunda de la que sólo ha empezado a salir gracias a que nunca cumplieron su amenaza. La fantasía de Varoufakis y su arrogancia, unida a las infantiles promesas de Tsipras, se enfrentaron a la realidad. Si Grecia hubiera salido del euro se habría convertido en una Venezuela europea.
Tercero. Prometen impuestos a los ricos y suben los impuestos a todos. Tsipras y Syriza deja a Grecia con un paro del 18,1%, una deuda del 176,1% y un déficit que vuelve a subir. Pero, sobre todo, dejan subidas de impuestos a los trabajadores. Bajo Tsipras, la cuña fiscal a los trabajadores se ha elevado al decimotercer puesto en mayor esfuerzo fiscal del mundo. Un trabajador medio soltero paga un 40,9% de impuestos. Hasta los agricultores del país se manifestaban ante el asalto fiscal que el gobierno de Tsipras impuso. Un agricultor que factura 5.000 euros al mes tiene que pagar hasta 4.000 en impuestos y seguridad social, según la Unión griega de Agricultores. El gobierno de Syriza aumentó un 70% el impuesto de la renta a los agricultores, y lo elevó hasta el 44% a los que ingresen 40.000 euros o más.
Syriza ha esquilmado a impuestos a la clase media para subvencionar a su clientelismo político, algo que hasta el ministro de finanzas terminó reconociendo y llevó a Tsipras a prometer (tarde) bajadas de impuestos para atraer inversión y empleo y a prometer no volver a bajar las pensiones. Sí, porque las cercenó.
Cuarto. Adiós pensiones. Syriza ha llevado a cabo los mayores recortes de pensiones de la democracia griega. Hoy las pensiones griegas son entre un 15% y un 25% inferiores a las que recibió Syriza... Y Tsipras esperaba que le votaran de nuevo diciendo que no las iba a bajar más y que iba a bajar los impuestos tras esquilmar a la clase media.
Quinto. El país se harta y se expulsa a un partido clientelista, que ha arrasado a pensionistas y clase media y no ha tocado un euro de gasto político, y que sólo ha conseguido una ligera mejoría gracias a que se financia a tipos artificialmente bajos por la política del BCE.
Nuestro país debería aprender mucho del ejemplo griego. Pero somos tan soberbios que somos capaces de repetir la famosa frase de “España no es Grecia”. No lo seamos. Blanquear y fomentar el populismo marxista sólo lleva a empeorar todos.