Alex Tanase es un higienista dental de Ontario, Canadá, que ha sido castigado con la pérdida de su licencia profesional durante un mínimo de cinco años. Tanase ha violado una norma interna del Colegio Profesional de Higienistas Dentales de Ontario que prohíbe mantener relaciones sexuales con los pacientes. El hecho de que ese paciente sea su mujer y de que el sexo haya sido obviamente consentido no le ha servido de excusa. Por si eso fuera poco, Tanase aparece ya, oficialmente, como "abusador sexual" en los registros administrativos.
No es una noticia mal leída. Hasta donde yo he podido investigar, todo los diarios y las televisiones canadienses cuentan la noticia en los mismos términos. No hay cabos sueltos que los medios canadienses hayan omitido a la búsqueda del clic fácil y que expliquen lo que para cualquier persona con un cociente intelectual superior al de un ornitorrinco es un colosal disparate.
Esto es lo ocurrido. Alguien denunció anónimamente a Tanase por tener sexo con su mujer. El colegio profesional de Tanase le clasificó como abusador sexual porque sus normas internas así lo ordenan. Y un juez desestimó la reclamación de Tanase porque aceptarla habría supuesto cometer un delito de prevaricación. La ley es la ley, aunque haya sido dictada por cretinos, y los jueces están ahí para no desentonar con el cretinismo ambiental dominante.
Tanase deberá pagar ahora 35.000 dólares canadienses, unos 24.000 euros, para poder efectuar un segunda reclamación frente a la Justicia canadiense. Un dinero que no tiene porque lleva tres años sin poder trabajar.
La propuesta de que las esposas queden excluidas de la norma que califica de abusadores sexuales a los profesionales que tengan sexo con sus clientes no ha sido aprobada todavía por el Gobierno canadiense, que la tiene sobre la mesa desde hace cuatro años. Algunos colegios profesionales sí incluyen en sus normas la excepción de las esposas. Los dentistas, por ejemplo, pueden follar con ellas. Pero los higienistas dentales no.
La historia habría dejado patidifuso a Kafka. Lo tiene todo. Un Estado todopoderoso, ciego y estúpido. Unos ciudadanos fanatizados liderados por psicópatas, paranoicos y perturbados. Una clase política sumisa y bovina, fascista a fuer de ignorante. Normas majaderas, irracionales y aleatorias. Y, sobre todo, una falta de cojones generalizada para levantar el culo del sofá y empezar a poner orden, es decir sentido común, entre esta masa idiotizada de bebés arrogantes cuya prepotencia adolescente es inversamente proporcional a su capacidad para controlar sus esfínteres morales.
La historia no acaba ahí. Falta el elemento perturbador. Ese elemento perturbador son las declaraciones del propio Tanase justificando el hecho de haberle hecho una limpieza dental a su propia mujer con argumentos que no ponen en duda la racionalidad de la norma: "Mi mujer tiene miedo de los dentistas y confía en mí. Los profesionales dentales deberíamos tener el derecho de tratar a nuestras mujeres". Observen el matiz. Tanase acepta la existencia de la norma, pero opina que las esposas deberían ser consideradas una excepción.
La irracionalidad de la norma no tiene nada que ver con el hecho de que incluya o no a las esposas. La irracionalidad es que un colegio profesional se inmiscuya en la vida privada, no ya de sus colegiados, sino de sus pacientes, y adelante por la izquierda al Poder Judicial afirmando que cualquier tipo de relación sexual con un cliente es, no ya intolerable moralmente, lo que sería un disparate por sí solo, sino "abuso sexual". Y eso aunque no haya ningún abuso sexual y la relación sexual sea consentida. ¿Pero con qué derecho una entidad cualquiera se arroga el derecho de imponer la etiqueta de "abusador sexual" a un ciudadano cualquiera haciendo caso omiso del Código Penal?
Civiles imponiendo sus propios códigos penales particulares al resto de los ciudadanos con la tolerancia del Poder Judicial. ¿Qué podría salir mal? Hay que reconocerle el mérito. Esto no es ya nazismo, donde el Estado ostentaba el monopolio del mal. Esto es algo infinitamente más maligno. Un nazismo a la carta, de los ciudadanos particulares contra el resto de los ciudadanos, tolerado por el Estado. El übernazismo.
Denle las gracias a la izquierda. Al final lo han conseguido.