Dice hace unos días Pablo Iglesias en Twitter que todo el movidón del juicio a Willy Toledo es un sinsentido, que “es indignante que haya corruptos que se van de rositas y a la vez haya gente que puede acabar en la cárcel por cagarse en Dios”.
No podría estar más de acuerdo. El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aquel que ampara la libertad de opinión y expresión, debería ser sagrado, dentro de los claros límites que prevé la ley.
De que un juez estuviera condenado a pagar 70.000 eurazos por un poemita jocoso sobre el advenimiento de Irene Montero en política y la relación sentimental entre ambos, de eso, no dice nada. Le parece bien. Justo y proporcionado.
Una cosa es ofender a un montón de creyentes y otra muy distinta es ofender a su señora. Menos mal que la Audiencia provincial de Madrid sí se ha pronunciado al respecto, revocando la sentencia y posicionándose en defensa de la libertad de expresión, pensamiento y creación.
Este lunes, en una entrevista a TVE, afirmaba nuestro vicepresidente segundo que "el voto de los ciudadanos españoles tiene el mismo valor, independientemente del partido al que voten”. Admirable espíritu democrático, que damos por supuesto en un representante político pero siempre está bien corroborar.
De cuando promovía un cordón sanitario para evitar que un partido con más de 3,5 millones de votos, que le convierten en tercera fuerza política, formara parte de la Mesa del Congreso no parece acordarse. Quizás es que todos los votos son iguales, pero algunos son más iguales que otros.
Irene Montero afirmaba ayer mismo que “la explotación sexual es una de las formas más extremas de violencia contra las mujeres, por eso una de las prioridades de nuestra ley de Libertad Sexual será proteger a sus víctimas y darles los derechos que les corresponden”. Abstracción hecha de que resulta difícil de creer que eso no esté ya contemplado en el Código Penal y en media docena de normas de menor rango hace décadas, es un alivio que se preocupe la ministra por velar y proteger a las indefensas víctimas de tal injusticia.
Votó UP hace un par de semanas, les recuerdo, en contra de una comisión de investigación sobre los casos de abusos y prostitución en centros de menores tutelados por el IMAS en Baleares. Dice Iglesias en el Congreso, al ser interpelado al respecto, que “hay cuestiones en las que por salud democrática sería razonable que no se produjera una disputa política”. Y chitón.
A estas horas, me confirman, Hamlet se materializa en modo espectro en Galapagar. Mira al cielo y mueve la cabeza lentamente hacia los lados, sin dar crédito, desolado. “La acción debe corresponder a la palabra, y ésta a la acción, cuidando siempre de no atropellar la simplicidad de la naturaleza”, dice con atronadora voz de ultratumba. Y luego, mientras se desvanece, aún se le escucha exclamar: “De verdad, qué bochorno, colegas”.