Hoy leerán distintas versiones acerca de quién está detrás de la idea de sacar a Illa del Ministerio de Sanidad para colocarlo de candidato a la Generalitat. La más obvia es que esto es cosa del presidente Sánchez, claro.
La oposición apunta al propio ministro, que habría aprovechado arteramente los nueve meses de popularidad por el coronavirus para postularse. Pero también hay quien ve la mano de Iceta, que preferiría inmolarse para ceder el paso a alguien con más posibilidades de éxito.
No se lleven a engaño. Illa es el candidato de Junqueras. Por lo tanto, Illa no es un candidato para ganar, sino para facilitar la victoria de ERC.
Iceta era el candidato del PSC de toda la vida; esto es, el partido que aplaudía la noticia del asesinato del comandante Sáenz de Ynestrillas a manos de los amigos de Otegi, el que le tomaba el pelo a Zapatero enviándole una reforma de Estatuto inasumible por inconstitucional o el que ayer, como quien dice, votaba en el Congreso de los Diputados a favor del "derecho a decidir" saltándose la disciplina de voto del PSOE.
Con ese currículum era evidente que el PSC salía a las elecciones a competir con ERC, aun con la idea de cerrar un pacto tras las votaciones, en sintonía con la luna de miel que ambas formaciones viven en Madrid.
Lo que ha pillado con el pie cambiado a los socialistas y a sus socios, lo que obliga a este cambio de guión a seis semanas para las elecciones en Cataluña, incluso a costa de descabezar el Ministerio de Sanidad cuando el país se ve abocado a la tercera ola de la pandemia (¿no era ésta la absoluta prioridad, por cierto?), ha sido la progresión inesperada de la candidata de Puigdemont, Laura Borràs.
Tanto los sondeos del Centre d'Estudis d'Opinió (el CIS catalán), como los estudios que maneja Moncloa hablan ya de una probable victoria de Borràs. Eso obliga a los socialistas a salir en auxilio de ERC, dejando de competir por su mismo espacio y entrando a disputarle el terreno a Ciudadanos y el PP. Illa, con un perfil mucho más españolista que Iceta, es la persona ideal para hacer ese trabajo.
Inmediatamente, Junqueras y los suyos han salido a hacerse los indignados ante la opinión pública denunciando la deriva del PSC: "¡Van a buscar los votos de Cs!". Forma parte del teatrillo. El mensaje tiene la misma credibilidad que cuando aconsejaban a los líderes nacionales no combatir con firmeza el procés porque tal cosa equivalía a crear "una fábrica de independentistas".
La conclusión no puede ser más demoledora para los socialistas. Antes elegían ellos a sus candidatos. Ahora se los pone Junqueras.