Tiene algo de misterioso que, desde 2004, las relaciones exteriores españolas con los Estados Unidos se diriman en breves encuentros casuales en pasillos, gimnasios o saludos en corrillos informales.
José Luis Rodríguez Zapatero tardó cinco años en ser recibido en la Casa Blanca. El encuentro planetario de los dos astros mundiales fue más un eclipse que una jornada operativa diplomática. Mariano Rajoy no consiguió reunirse con Barack Obama entre 2011 y enero de 2014, aunque la Moncloa y José Manuel García-Margallo hicieron lo imposible por acelerar una cita en la Casa Blanca.
Dado que esto es un problema de todos los Gobiernos desde 2004, me atrevo a sugerir que la causa profunda de nuestra actual irrelevancia internacional y decadencia diplomática se debe a que las relaciones con los Estados Unidos no están en la agenda del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Lo que sí está en la agenda es la foto. Todos los presidentes españoles suspiran por una foto con el presidente de los Estados Unidos para disimular y diluir la ausencia de una política exterior seria. Pero el resultado del esfuerzo es cero, salvo la foto que dejan en herencia los presidentes españoles a su familia.
Las relaciones con los Estados Unidos, cualquiera que sea el inquilino de la Casa Blanca, deberían ser un asunto de Estado permanente. Nuestra condición de península y nuestra ubicación en el Atlántico y en el Mediterráneo determinan que debemos llevarnos lo mejor posible con la primera potencia militar y económica del mundo.
Por no saber, el presidente Pedro Sánchez no sabe ni a cuándo se remontan los acuerdos de defensa con los Estados Unidos. “Cree” que proceden de 1988, cuando es sabido que se establecieron en los años 50 entre Franco y el presidente Dwight D. Eisenhower. Pero cualquiera se atreve a citar al innombrable difunto exhumado o la fecha de los Pactos de Madrid de 1953. El presidente americano ratificó la importancia de los acuerdos con España con su visita a Madrid en 1959.
En este marco, se entiende que la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional declarara, hace apenas cuatro días, que “la diplomacia de nuestro país siempre ha tenido dos grandes pilares: Europa e Iberoamérica. Los seguirá teniendo”.
Claramente, los Estados Unidos no están entre las prioridades del Gobierno y, lógicamente, Joe Biden responde con el desdén de una relación casi nula.
Si leemos los retóricos documentos estratégicos del Ministerio de Exteriores de este Gobierno vemos largos capítulos de política exterior feminista, cambio climático, cultura transversal, feminización de la carrera diplomática…
Un eje esencial de la política exterior española es la cultura. El impresionante capital que es la lengua española. Pues bien, si observan la página web de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), verán la programación de la acción cultural.
En este mes de junio, en plena crisis internacional de España con Marruecos (que sí tiene entre sus prioridades su relación con los Estados Unidos) y en el año del bicentenario de la independencia de Perú, el Centro Cultural de España en Lima, dependiente de la AECI, dedica todo el mes a una exposición, a conferencias, a cine, a debates con ponentes europeos y americanos sobre el tema de los armarios abiertos, exaltación de un tema de gran preocupación de la ministra, con unas siglas cada vez más incomprensibles: LGBTIQ+.
El día 1 de junio abrió las jornadas una especialista: Lilith Primavera (Academia de España en Roma), performer, activista LGBTQI+, feminista y organizadora de eventos.
Y así todos los días hasta el 1 de julio, que lo cierra este debate: Comunidad trans-travestis. Participan: Alejandra Grange (Paraguay), Galilea Monroy (Guatemala), Marco Pérez (Perú), Marck Pappas (México), Antonella Navia (Bolivia), Bianka Rodríguez (El Salvador). Modera Dayana Hernández (Costa Rica)”.
Con este nivel de gasto a cargo de los contribuyentes y de estrategia de política internacional del Gobierno igualitario y feminista socialista-podemita, ¿es de extrañar que el presidente Biden se niegue a un encuentro de diez minutos con el astro planetario Pedro Sánchez?