En Cataluña y las tres provincias vascas están surgiendo plataformas electorales independientes de los dos grandes partidos. Es un movimiento político que comparte algunos elementos con la España Vaciada. Eso sugiere que el fenómeno creciente de desafección al bipartidismo imperfecto está en fase de transformación. Fase que requiere una reflexión sobre las causas profundas de ese pluripartidismo que hará difícil la gobernabilidad futura de la Nación.
Muy probablemente, Cristian Campos tiene parte de razón (nunca se tiene toda) en su reciente e interesante artículo en EL ESPAÑOL en el que considera a la España Vaciada una maniobra del PSOE y de Podemos. El perjudicado, según Cristian Campos, sería el tradicional apoyo de las provincias de las dos mesetas al PP, sobre todo en la región que hemos conocido durante décadas como Castilla la Vieja.
Entiendo que la rebelión de las provincias no es contra Madrid. Es contra la clase política de Madrid. Al revés, la ciudad de Madrid emerge desde hace muchos años como un modelo de libertad, modernidad y apertura.
El reciente sondeo de EL ESPAÑOL que atribuye 15 diputados a la España Vaciada demuestra la deficiencia de la ley electoral que padecemos desde 1977 por lo que respecta a la igualdad del valor del voto y la desconexión entre los representantes y los representados.
La ley electoral se diseñó para favorecer el bipartidismo y permitir la influencia, que ha resultado asfixiante, de los partidos nacionalistas periféricos. Si la ley electoral de 1977 pretendió que en regiones conflictivas como Cataluña y el País Vasco el sistema proporcional otorgara representación en el Congreso a los partidos no nacionalistas de centroderecha, el fracaso no ha podido ser más clamoroso: cinco millones de catalanes y tres millones de vascos españoles aportamos dos diputados al Congreso de los Diputados.
La deplorable evolución de la política en España desde 2004 ha producido dos intentos de rectificación y reforma (en 2011, con la desperdiciada mayoría absoluta del PP, y en 2015, con el posible gobierno moderado de centroizquierda formado por PSOE y Ciudadanos) para terminar, en 2019, en la peor deriva imaginable: la extrema izquierda y los separatistas dominando el Gobierno y el Congreso.
Tengo la impresión de que la rebelión de las provincias vacías y las citadas plataformas vasca y catalana son una respuesta a la ausencia de un proyecto nacional reformista. El reformismo del PSOE (igualitarismo, histeria feminista y climática, incapacidad energética, memoria histórica, gasto público e impuestos disparatados) discurre en dirección contraria a las necesidades y los problemas reales de los españoles.
Por su parte, el PP ha demostrado una especial habilidad a la hora de desaparecer del escenario político catalán y vasco.
El hecho es que, ante la ausencia de una perspectiva constructiva por parte del PP, han surgido en Cataluña y en las provincias vascas sendas plataformas autónomas: el Manifiesto Constitucionalista en Cataluña (cuya lectura recomiendo) y el Manifiesto Constitucional Vasco. La primera plataforma se ha presentado este lunes en Barcelona. La segunda se propone hacerlo en Bilbao a principios de 2022.
Ambas plataformas comparten un objetivo común: que ocho millones de electores tengan peso político propio y no sean tributarios cautivos de los dos grandes partidos en sus concesiones a los nacionalistas para la obtención de mayorías parlamentarias.
El Manifiesto catalán dice: “Los catalanes no independentistas no podemos volver a ser moneda de cambio de intereses políticos a nivel nacional. Debemos ser políticamente fuertes para que la negociación de la presidencia del Gobierno o los Presupuestos no queden en manos de las prioridades políticas de grupos nacionalistas y populistas, sino que podamos influir para que el Gobierno active una agenda reformista”.
Lo mismo pensamos muchos votantes en el País Vasco.
En el caso de las provincias vascas, la práctica desaparición del PP se debe a la ausencia de un proyecto político diferenciado y a su sucursalismo respecto a la calle Génova, con permanentes interferencias en los ceses y nombramientos de los responsables políticos del PP en la región.
Ante el ascenso de EH Bildu, mucho voto moderado y vasco-español se refugia en el PNV o se encuentra marginado en la abstención. El Manifiesto Constitucional Vasco ofrece una alternativa política al PNV basada en la pasada experiencia de Unidad Alavesa y en la actual de Unión del Pueblo Navarro.
Las tres provincias vascas no tienen nada de vaciadas. En ellas, el centroderecha moderado no-nacionalista exhibe una debilidad que no se corresponde con la base social de vascos-españoles que no deseamos padecer la deriva separatista institucional, como ha ocurrido en Cataluña.