A una semana escasa del fallecimiento de Luc Montagnier, uno de los descubridores del virus del VIH, salta la noticia sobre la cura de una paciente infectada con el virus que provoca el sida. Sin embargo, bajo un titular ilusionante se encuentra la letra pequeña que, de no analizar con profundidad el tema, nos hace viajar a un futuro aún inexistente.
Según hemos podido saber, una mujer se ha curado de VIH en los Estados Unidos utilizando un trasplante de células madre proveniente de la sangre de un cordón umbilical. Aquí nos estamos convergiendo con tres grandes novedades: el uso de células madre de cordón umbilical, el género de la paciente y su etnia mezclada. Pero vayamos por partes.
En los noventa, Timothy Ray Brown, un norteamericano de Seattle, contrajo el VIH y, gracias a la terapia antirretroviral, logró sobrevivir. Aquí acabaría el interés médico de su historia si no fuera porque tiempo después acude a consulta en el Departamento de Hematología, Oncología y Medicina de Transfusiones del Hospital Charité de Berlín y se le diagnostica un tipo de cáncer de la sangre. Llevaba una temporada sintiéndose cansado, débil, perdiendo peso y padeciendo fiebres. Luego de una revisión y varios análisis, su médico, el doctor Gero Hütter, le diagnosticó leucemia mieloide aguda. Todo se complicaba, mas comenzó la quimioterapia y pensó que sería suficiente.
No obstante, Hütter emprendió la búsqueda de donantes de médula ósea para Brown, por si era necesario un trasplante y, curiosamente, encontró uno muy propicio. Era alguien con una mutación en una de las puertas por las que el virus del VIH entra a las células de las defensas y se establece dentro de ellas. El receptor CCR5 es una de esas puertas y la mutación en cuestión es llamada CCR5 delta 32.
En Europa es relativamente común la presencia de esa mutación en heterocigosis. Se calcula que un 10% de la población la tiene, aunque para que sea efectiva se necesita lo que llamamos homocigosis lo cual hace que el 10 se reduzca al 1%. Quizá te preguntes de qué estoy hablando. Cuando hablo de médula ósea me estoy refiriendo al órgano de nuestro cuerpo donde se fabrican las células que nos defienden, las que son capaces de destruir agentes infecciosos y tumores.
Brown debutó con una leucemia, que es la producción descontrolada de una estas células de la defensa. Uno de los tratamientos que se ha establecido para curar esta enfermedad consta de dos partes: primero, eliminar la fábrica de las defensas del paciente, es decir, la médula ósea. Luego, trasplantar una nueva fábrica donada por alguna persona sana. Este procedimiento es arriesgado y no siempre exitoso. En un libro que publiqué hace un par de años (¿Qué es el cáncer?) te lo cuento con detalles.
Cuando Hütter le propuso el trasplante a Brown, este último se negó. Conocía los riesgos y pensó que la quimioterapia sería suficiente, aunque no fue así. Tuvo una recaída y la leucemia volvió. En este punto, Brown no tuvo opción y ambos, médico y paciente, acariciaron la idea de solucionar dos enfermedades con un mismo procedimiento. Como te comenté, el médico había encontrado un donante compatible con Brown que, además, tenía mutada la puerta de entrada al VIH.
Si el trasplante funcionaba, Brown dejaría de tener células tumorales en su sangre porque la fábrica trasplantada estaba sana y, por otra parte, el VIH que estaba en su cuerpo en poco tiempo no tendría células que le permitieran entrar. Podría ser el primer paciente con VIH que conseguía curarse.
El trasplante se realizó, pero no funcionó en el primer intento. Brown necesitó un segundo trasplante y esta vez sí quedó libre de las células tumorales en su sangre y del VIH. Tuvo que transcurrir un tiempo prudencial para que la comunidad científica considerara a Brown curado.
En una conferencia en 2008 sobre retrovirus e infecciones oportunistas, conocida por sus siglas en inglés CROI, se anunció el hito. El llamado paciente de Berlín había abandonado la medicación y se mantenía libre de VIH. En 2019 se publicó un segundo caso aparentemente curado con el mismo procedimiento. El paciente de Londres vino a acompañar al de Berlín. Otros pacientes han entrado en ensayos clínicos parecidos, y España no se ha quedado atrás en este empeño. Con Brown (él prefería que se le conociera por su nombre y no como el paciente de Berlín) se abrió una puerta, aunque pequeña. De hecho, falleció en el 2020 debido a un cáncer, mas libre de VIH.
¿Es esta una solución para los pacientes seropositivos? La respuesta es no. Te comenté que un trasplante de médula ósea tiene muchos riesgos. Según la estadística, casi la mitad de los pacientes con VIH que reciben un trasplante de estas características pueden morir por la intervención. En cambio, con la terapia antirretroviral el virus se mantiene a raya sin graves complicaciones. Por eso, sólo se recomienda aplicar el trasplante cuando existe también una enfermedad de la sangre intratable con otros métodos.
Por otra parte, encontrar compatibilidad en donantes de médula ósea es un acto casi heroico. Es por esta razón que la noticia que nos ocupa tiene gran relevancia. El uso de la sangre del cordón umbilical en vez de la médula ósea, debido a su disponibilidad, abre la posibilidad de curar a más personas de diversos orígenes raciales que antes. Es un hecho que la mayoría de los donantes de médula ósea son de origen caucásico lo cual dificulta el procedimiento en pacientes con etnias mixtas.
La mujer que se reporta como curada de VIH padecía de una leucemia. En su caso, se usaron células madre de cordón umbilical de una donante parcialmente compatible; adicionalmente recibió sangre de un pariente cercano para proveerla de defensas inmunológicas temporales mientras las células madre del cordón umbilical se asentaran. Es importante, además, el sexo de la paciente. Algunas evidencias nos apuntan que el VIH evoluciona de manera diferente en mujeres. Sin embargo, mientras que ellas representan más de la mitad de los casos de VIH en el mundo, sólo el 11 % de los participantes en los diferentes ensayos clínicos de cura que existen son mujeres.
Debemos tener en cuenta que los antirretrovirales pueden controlar el VIH, pero una cura es clave para poner fin a la pandemia que ya dura décadas. En todo el mundo, casi 38 millones de personas viven con el VIH y alrededor del 73% reciben los antirretrovirales. No obstante, un trasplante de médula ósea no es una opción realista para la mayoría de los pacientes.
Como te expliqué, estos procedimientos son invasivos y arriesgados, por lo que generalmente se ofrecen sólo a personas con cáncer que han agotado todas las demás opciones. En los casos reportados los pacientes han sufrido efectos secundarios severos, incluido la enfermedad de injerto contra huésped, una afección en la que las células del donante atacan el cuerpo del receptor.
Todo lo anterior realza la relevancia del caso que comentamos. La mujer sometida a este novedoso tratamiento pudo abandonar el hospital 17 días después de ingresar, no desarrolló la enfermedad de injerto contra huésped, suspendió el tratamiento con antirretrovirales y, 14 meses después, no hay rastro de VIH en su cuerpo.
No está claro por qué las células madre de la sangre del cordón umbilical parecen funcionar mejor que las de la médula ósea. Quizá estas son capaces de adaptarse a un nuevo entorno con mayor plasticidad. Al provenir de recién nacidos, pueden ser más adaptables. Pero esto aún se ubica en el mundo de la especulación.
Mucho más que una puerta hacia la cura del VIH, estamos ante una avenida hacia el uso de las células de cordón umbilical en la cura de leucemias, permitiendo que se amplíe, con creces, la disponibilidad de donantes. Una vez más tenemos que decir: no es magia, es ciencia.