David Broncano Aguilera (37),con su chupa de Bad Religion, flaco como el Quijote pero en zapas de edición limitada, fue anoche el protagonista en la puerta de los camerinos del WiZink, que gestiona con guante de seda y puño de hierro Paz Aparicio. Rodeado de una peña de amigos esperábamos a eso de las 1 de la madrugada a que Javi Ibarra (42), el maño Kase.O, terminase de abrazar a la familia -los niños también estaban- y empezase a recibir.
La noche fue de traca en la Plaza de Dalí. El fin de la gira aniversario del lanzamiento del Jazz Magnetism, el excelente álbum en el que el rapero mezcló hace diez años rimas y jazz en un paso adelante de su carrera en solitario, tras la disolución de los Violadores del Verso.
Julian “Chanante” López, el guionista y podcaster Arturo González-Campos y Luis Rodríguez -director creativo de Spainmedia-, entre varias decenas, esperaron a que Broncano gastase su turno de saludos. Nada está escrito en los protocolos de un backstage pero todo tiene su orden. Se recibe a poquitos, se controlan las pulseras -sólo la roja te daba acceso hasta el fondo-, la gris solo a los pasillos, se comparten pizzas de teléfono y se bebe y se fuma todo lo que se pueda.
En el corredor, entre camerino y camerino, la fantástica colección de autógrafos que todos los grupos que han pasado por el viejo Palacio de los Deportes firmas. Varios, claro de Kase.O, y a los que no pude dejar de disparar con el iPhone 14, Queen, Fito, Rosendo, siempre agradecido, Ringo Starr, Roger Waters, mi adorado Van -tiene otro disco nuevo- Morrison, The Cure, los Chili Peppers… casi un centenar así. Fue fotografiarlos y preguntarme cómo serían los camerinos del Madison Square Garden o del legendario Budokan de Tokio en el que grabó Dylan.
El fotógrafo bonaerense Papo Waisman, con su Canon Eos en la mano, hizo pasillo con nosotros y disparó empatía y muchos retratos entre la aristocracia del hip hop ibérico que habían sido invitados por Kase.O, a disfrutar del ruido cariñoso de un recinto que el que lo llena corta dos orejas en Madrid sin que se abran los toriles. “Confía en mí” le decía Papo a Sho-Hai (46), ex Violadores del Verso, que en los bolsillos de su sudadera se había metido una cuña de queso manchego y un pan mientras le pegaba fuerte al calimocho. “Ni pa Dios me voy a fiar”, le contestó segundos antes de afilar la mirada para el retrato.
Yo solo me hice un selfie y fue con los granadinos Ayax (31) y Prok (31), los gemelos que subieron el hardcore al escenario y que en los camerinos descansaban repantingados tras el subidón. “He escuchado a este tío desde que era pequeño”, escupió uno de los dos entre salto y brinco. “Es el puto amo” fue la frase que más repitieron anoche Zatu, Foyone, Sceno, RdeRumba & Porcel, Sho-Hai, XHelazz, Oscar Sánchez de SFDK, Superfamacho, Rozalen o la Mari de Chambao. Esperé más de dos horas a ver si subía Coque Malla -el rap de Kase.O en Un lazo rojo, un agujero es delicioso-pero estuvo, viendo el concierto en el palco, el peor sitio del mundo para vibrar y el mejor para salir antes de que todos decidan salir.
Lo explicó Javi en La Resistencia, “yo alquilo el WiZink y ese bolo es mío”. Y por eso rapeó lo que le salió de la cresta, rubia, engominada, más punk que la de David Diverxo. Y le rimó a los políticos un recordatorio de que la gente, los ciudadanos, los que pagan los impuestos, los que le aplauden, están hasta los cojones: “Díaz Ayuso, Diaz Ayuso, por la sanidad pública yo lucho”, y a Perro Sánchez le “escupió” unos ladridos, y al candidato popular, “Jo, que feo eres Feijóo, Jo, que pijo eres Feijóo” y claro a “Abascal, tu culo huele mal. Abascal, tú peña huele mal”. No hubo una rima más aplaudida que otra. La gente está que trina. Y el rap es eso, un trino, un trino que rima.
Kase.O se va a descansar a partir de hoy, a cuidar de su hija, que hace collares de colorines, y respirar profundo. Nada de tristezas entre la audiencia. Sus versos tienen muchas lecturas. Hay mucho por escuchar o por reescuchar. Este tipo tiene un corazón que ayer se lo arrancó del pecho y se lo tiró a los que fuimos a verle, a los que luego compartimos camerinos con él y a sus amigos y a los que no, que se desperdigaron por la primera noche fría de Madrid a beber en su honor. A Javi Madrid le quiere y cuando esta ciudad te quiere eso no se olvida, amigo.