Alguien debería salvar a Irene Montero, sacarla del Ministerio, quitarle el Twitter, decirle que ya está bien de hacer el ridículo. Que ya nos ha quedado claro que no tiene ni idea de Igualdad ni de igualdad.
Que no había hecho falta que beneficiara a 300 criminales para confirmárnoslo.
Que a la política uno llega y se va cuando toca, no se cronifica en el cargo y que el dolor lo sufran los demás.
Alguien debería decirle a Irene, con cariño, que aún le queda mucha vida a sus 34 años como para desperdiciarla por querer tener razón. Una cosa es llegar holgada a fin de mes y otra dejar indefensas a víctimas de maltratadores como la mujer que tuvo que huir de Zamora.
Por tanto, ahora, lo que corresponde es dimitir.
Deberían sentarla en una mesa sus padres y recriminarle con seriedad que se le ha ido de las manos todo este campamento zafio que fue el 15M. Que deje de jugar ya a revolucionaria y madure. Que a ser posible lea de una vez la Constitución, el Código Penal y este artículo. Sobre todo porque de la izquierda se sale, pero del bochorno no.
¿Dónde quedó aquello de que es mejor poder ir con la cabeza alta que agacharla todos los días para caber por la puerta del Ministerio? Le va a remendar el PSOE su ley estrella, que ha resultado un coladero para beneficiar a malnacidos, violadores y compañía, y ella, cegada por su fanatismo, cree que lo hacen porque la tienen envidia.
Häagen-Dazs de chocolate, un sillón y una película de serie B para pasar el mono de reales decretos, de exclusivas al Vogue en lo alto del Ministerio vestida de gala y dentro de un mes vuelve a ser una chica normal con la que se puede hablar de la lista de la compra sin que te acuse de violencia machista.
Conviene que las personas cercanas nos salven del ridículo si alguna vez caemos en él. Pero tú, ¿tan sola estás, Irene, que todos te empujan hacia el precipicio? ¿No hay nadie que te diga que no?
No, ellos te dicen "sí es sí". Y que la culpa es de los jueces, que son machistas, y del capitalismo, que le puso tinta al bolígrafo con el que firmaste esta atrocidad como quien compra una pistola para dispararse en el pie.
"Sí es sí" (si te quedas más tranquila) y dos y dos son cuatro y lo que tú quieras. Pero deja de hacer el ridículo así.