Tiene su gracia que quien ha hecho del patriotismo un concepto vago, descafeinado, inconcreto, casi multiusos, recurra a él como arma arrojadiza contra un multimillonario que decide llevarse su empresa a otro país. Hablo, claro es, de Pedro Sánchez y de Rafael del Pino, dos hombres tan parecidos.
La última vez que oí al presidente del Gobierno hablar de qué es ser patriota, fue en el Congreso de los Diputados, y lo hizo con estas palabras: "No hay mayor patriotismo que reducir la brecha social". Verlo para creerlo: de repente coincide con Macarena Olona en su juicio sobre el presidente de Ferrovial.
En una entrevista en prensa, leí que Rafael del Pino alertaba de un riesgo real: "Si no actuamos rápidamente y con decisión, toda una generación de jóvenes con talento se irá a trabajar a otros lugares". Visto lo visto, no hay que descartar que estuviese incluyéndose en ese colectivo.
Cuanto más los miro, más se parecen.
Los ministros han salido en tromba contra el patrón en términos equivalentes. Escrivá, el de Seguridad Social, lo ha resumido en una sola palabra: "codicia".
Aunque es difícil desentrañar la razón última que lleva a los humanos a actuar, es posible que a Rafael del Pino, hijo de Rafael del Pino Moreno -de casta le viene al galgo-, le haya podido el ansia de dinero. A un empresario se le suponen ciertos impulsos, como al político el afán de poder. Si no, ¿cómo se explica la legislatura de Pedro Sánchez?
Quizás la reacción más enternecedora ha sido la de la vicepresidenta Yolanda Díaz, que en un inusitado arrebato patriótico ha manifestado: "Esto no es ser español". Es como para sospechar, ¿no?
En realidad, aún sigo preguntándome si no será todo un engaño y el Gobierno, de puertas adentro, está encantado con que Del Pino se largue de una puñetera vez. ¿Acaso no es un representante de la "minoría poderosa", uno más de "los de arriba", otro de los "señores con puros" que conspiran en "cenáculos de Madrid"? Pues ¡puente de plata!
No hay precedente de un jefe de Gobierno que en un discurso oficial emitido desde la residencia oficial -no en una entrevista, no en un canutazo a una radio, no en un parque jugando a la petanca-, se refiera por sus nombres a dos de los responsables de las primeras compañías del país en estos términos: "He escuchado a algunos dirigentes de bancos, a la señora Botín, al señor Galán, en fin; creo que si protestan es que vamos en la buena dirección".
El mismo Sánchez de los indultos a los promotores del procés, de la supresión del delito de sedición y de la rebaja de la malversación pedía ayer a Del Pino "compromiso con su país". El Tribunal Supremo confirmó aún no hace ni tres años que Ferrovial pagó algo más de seis millones y medio de euros al nacionalismo catalán en comisiones ilegales. ¿Le parece poco compromiso?
Lo dicho. Dos gotas de agua, che.