Cómo tiene que ver Bildu de mal lo del 28-M para Sánchez como para hacer de tripas corazón y comerse a sus candidatos sanguinolentos. Les confesaré un secreto. Cuando la semana pasada les preguntamos discretamente en el Congreso si se planteaban dar marcha atrás tras la polvareda, lo negaron de forma taxativa. Les parecía normal presentar a 44 condenados por terrorismo, siete de ellos por asesinato. Quizás hasta les parecieran pocos.
Para la gente de Bildu no hay nada malo en presentar como aspirantes a concejal a quienes empuñaron armas y mataron a otros concejales que les precedieron en los ayuntamientos. Entienden que son personas que lucharon por unos ideales y, si lo hicieron de forma equivocada -cosa que estaría por ver-, pagaron ya con su paso por la cárcel. Los etarras serían víctimas también del conflicto. Así que borrón y cuenta nueva.
En el comunicado en el que anuncian la retirada de los siete tipos y tipas con las manos machadas de sangre, siguen sin pedir perdón a las víctimas. Los otros 37 seguirán adelante.
Pero no son los únicos que están en esa onda. Una ministra del Gobierno de España, Irene Montero, justificó las candidaturas de la vergüenza. "Bildu es un partido democrático que elige sus listas" y, por tanto, hay que tener "máximo respeto" a su decisión. Más aún, para la ministra de Igualdad, los responsables del revuelo generado por este asunto son "los partidos de la derecha" por agitar una campaña "vergonzosa" que, atención, no respeta el "dolor de las víctimas".
Es todo un poco loco. Resulta que en el fondo de su corazón lo que querían los terroristas era ser concejales y gestionar presupuestos municipales. Tenían vocación de servicio público. Pero además, respetar hoy a las víctimas es no criticar que sus asesinos quieran ocupar los escaños que a ellos les obligaron a desalojar sacándolos con los pies por delante y un tiro en la nuca.
Ayer mismo, la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz escurría el bulto al ser preguntada por el caso y ponía el énfasis en "no instrumentalizar" el dolor de las víctimas. Con una sonrisa vino a decir que quienes ponen a un criminal en una lista y quienes lo critican están al mismo nivel.
Bildu se presta a dar oxígeno a un Sánchez que parecía un boxeador sonado anunciando medidas sociales a troche y moche mientras se tambaleaba de un lado al otro de ese gran ring que es España en campaña electoral, y cuando no la hay. El presidente llegaba desarmado al cara a cara con Feijóo en el Senado y ahora tiene una pistola a la que agarrarse.
Lo de Bildu es pan para hoy y hambre para un posible mañana, porque nadie en política da apoyos de forma altruista. Menos aún, cuando tienes que tragarte un sapo en público.
Pero lo peor para el presidente del Gobierno es que la actitud de Arnaldo Otegi revela el pavor que tiene la izquierda radical vasca a que lo desalojen de la Moncloa. ¿Será porque Sánchez es un chollo para Bildu?