¿Sobre qué reflexionaría yo en la jornada de reflexión? Sobre el voto no, lo tengo claro.
De la jornada de reflexión lo primero que me llega es una sensación de alivio. La calma después de la tempestad, con el desahogo compartido por el silencio forzoso.
Es como cuando se apaga el ventilador del ordenador y te das cuenta de todo el ruido que hacía. Así me encuentro, más aliviado que reflexionando. Y pienso en mis amigos periodistas, y me alegro por su merecido descanso.
Pero como se trata de reflexionar, y el voto no da para mucho, me esfuerzo en ver sobre qué merecería la pena pararse a pensar.
Me preocupa que cada periodo electoral estresa a la sociedad y las instituciones hasta los límites de lo tolerable. Si ya somos de por sí hormigueros, atizarnos con un palo no nos sienta demasiado bien.
Reflexiono sobre los votos comprados y la gravedad de los hechos. Los demagogos dicen que los votos no valen nada porque es todo lo mismo. Pero ya hemos visto que algunos valen un dineral. Será que son valiosos, tanto más cuanto más escasos son. Por eso el voto socialista en algunas regiones cotiza en bolsa. Lo escaso es caro, y lo caro atrae a los delincuentes.
Reflexiono sobre las malas artes y sus consecuencias. Sobre el miedo que me dan las llamadas a asaltar el Capitolio, las acusaciones hiperbólicas y las enmiendas a la totalidad. Estaremos atentos mañana y ojalá no abunden los que nieguen la legitimidad de los resultados.
No entiendo bien por qué ETA ha vuelto a ser, antes de la borrasca de las papeletas compradas, la protagonista de unas elecciones locales y autonómicas. Reflexiono sobre el fango que remueve el tema, sobre una cuestión muy mal cerrada y la injusticia sobre la que se ha pretendido construir un pueblo. Pienso que si estas elecciones se han presentado como un plebiscito para las generales, y ETA ha tenido tanto efecto, es porque algunos saben que será rentable.
Reflexiono sobre unas palabras de Eduardo Bayón, que decía que si Isabel Díaz Ayuso en Madrid ya ha conseguido quitarse de en medio a Vox, por qué sigue hablando como ellos. ¿Por qué una vez agarrada la presa no afloja las mandíbulas?
Tenía fácil presentarse como una candidata de base electoral ancha. Bastaba con bajar el tono y tender puentes. Pero decidió volarlos el último día y escalar el tono acusando a Sánchez de pucherazo. Las exageraciones y los insultos son el recurso del que está acorralado, y por eso el que los usa da la imagen de perdedor. ¿Era necesario cerrar la campaña así?
Reflexiono sobre cómo será el próximo Frankestein todavía con vida, con una izquierda y un nacionalismo decididos a negar la mayor y a poner a la Constitución del 78 en cuestión. Les hemos visto lanzados a terminar la Transición por otros medios. Y aunque en Madrid no ha calado el mensaje, no sé qué pasará en Cataluña, País Vasco o Baleares.
Ha sido una campaña electoral tormentosa. Hemos visto una izquierda derrotada, dividida y dispuesta a romper límites, y una parte de la derecha que no sabe sacar rendimiento electoral porque no consigue domesticar los demonios que despierta.
El domingo votaré. Pero se me ha hecho corto el periodo de reflexión.