¿Imaginan a Pedro Sánchez cediendo un local a Feijóo para que prepare con los suyos enmiendas a una ley del Gobierno porque en la sede de Génova tienen problemas de espacio?
¿Imaginan a Cuca Gamarra reconviniendo a Carlos Rojas por haberse excedido con la vicepresidenta Nadia Calviño en una intervención parlamentaria?
Ocurrió. Es verdad que hace unos años y con otros protagonistas.
Porque fue Fernando Abril Martorell, ministro de Agricultura, el que cedió un local para que los diputados del PSOE pudieran redactar objeciones a su propia ley. Las oficinas que el partido tenía en ese momento en la calle Marqués de Cubas eran insuficientes.
Y porque fue Gregorio Peces Barba, responsable del grupo parlamentario socialista, quien reprendió al diputado Virgilio Zapatero por mostrarse excesivamente agresivo con el ministro de Justicia, Francisco Fernández Ordóñez: "Dice Alfonso [Guerra] que igual ya has hablado para toda la legislatura". ¡Y se acababa de estrenar!
Es precisamente Virgilio Zapatero el que, cuatro décadas después, nos desgrana historias que hoy parecen de ciencia ficción. Todo lo ha dejado por escrito en Aquel PSOE (Almuzara), recién salido de la imprenta.
A su lado se sienta su editor. Manuel Pimentel. Lo recordarán bien: el único ministro que le dimitió a Aznar. En un reducido encuentro con periodistas, antes de ponerse debajo de los focos junto a Felipe González, Alfonso Guerra, Carlos Solchaga, José Luis Corcuera, Rosa Conde o José Barrionuevo, Zapatero nos descubre el país que fuimos casi en un susurro, como para que la colisión con el presente nos resulte soportable.
Pero la lluvia fina de sus palabras acaba calándonos hasta los huesos. Recuerda que el PSOE de su generación tuvo el mérito de lograr la amalgama de egos y concepciones diferentes para crear, en un momento difícil, la organización más poderosa del país. Es algo que no consiguió UCD. Por eso no recogió los frutos de su labor seminal.
"Ahí estaba todo: el nuevo derecho de familia, la reforma militar, la reforma sanitaria, la reconversión industrial, el estatuto de los trabajadores... Nosotros copiamos. Y copiamos a destajo. Donde UCD no pudo llegar, lo hicimos nosotros con 202 diputados", explica con admiración y agradecimiento.
Nos dice, entre bambalinas, que el éxito del PSOE se asentó en dos pilares: un líder que era un "gran comunicador" y la decisión de poner a Europa como aguja de marear, "porque queríamos vivir como los franceses, los alemanes, los austríacos... eran nuestros referentes". Parece sencillo.
Como las comparaciones son odiosas, Zapatero se limita a constatar que hay épocas diferentes. Concede que los problemas eran más elementales cuando el viejo PSOE, y "los políticos se definen por los asuntos que tratan de resolver".
Si la historia se repite, ¿por qué ha de hacerlo en su peor versión? Quizás vuelva un tiempo en que la política recupere valores como los que inspiraron a Abril Martorell o a Peces Barba. La lección de Virgilio Zapatero es que aquel país existió. Y nos trae Aquel PSOE para recordárnoslo.