Lo de Amaral. El tema que para resultar irrelevante nos está dando el verano. Las vacaciones son un imposible ibérico. Este país no deja descansar ni a la madre que lo parió. 

Estaba yo volviendo de Nueva York y aterrizando en Madrid a las seis de la mañana, a la amanecía, cuando conecté el móvil y vi el revuelo de las tetillas en la prensa. Me sonreí: ¡mi querida España! Ya te extrañaba. Siempre regresas como una ola para doblegarme. Nunca controlaremos tu flujo rabioso, tu verbo azul incansable de espuma. Eres del todo la marejada que me revolea en la orillita de Málaga, la que me saca un pecho del bikini y me deja arena hasta en el cielo de la boca. 

Ah, eso, lo de los pechos. Sí. Vamos a contárselo a los caballeros y a las señoritas rancias: 

1. ¿Está bien que Eva saque las mamas a pasear durante un concierto? Sobre todo, no está mal. Qué carajo, y además es agosto. Lo que no se airea, se muere. Hemos comprado (serviles, a nuestro estilo) cosas de verdad obscenas, cosas que sí que contradicen salvajemente la moral y la estética, como las camisas de manga corta en los hombres. Y me parece bien. La elegancia es una cosa abstracta, indefinible, que se vende y se paga muy cara y que no sirve para absolutamente nada, sólo para insuflar miedo, recato, vergüenza, esnobismo, y, a menudo, calor. 

2. ¿Era necesaria esta imagen para el desarrollo del feminismo patrio? Tampoco. De hecho, no estaba en mis planes verle el torso desnudo a Amaral, es algo que nunca eché de menos, una sorpresa fuera de la hoja de ruta. 

3. ¿Era más fácil para ella no hacerlo, siendo la líder de un grupo que sobrevive con éxito al paso de las décadas, que ha vendido más de cuatro millones de discos y que acumula 1,8 millones de oyentes mensuales en Spotify? Sí, era más fácil. El pan no le va en ello. Tú eres Manolo, no te conocen ni en tu casa a la hora de comer, pero ella es Eva Amaral y no está para hostias. Al menos no tendría que pasarse ahora una semana estival escuchando la orgía de rebuznos que retumba en la península.

Lo cómodo, lo natural, digamos, era no hacerlo, pero el caso es que lo ha hecho. Y lo ha hecho en medio de un panorama donde hace dos días estuvimos a media gamba de que Vox cogobernase España sin que los músicos más relevantes de este país abrieran el pico. Lo de la "matraca de la izquierda" es mitología, no más que el cansinismo de los cuatro abajofirmantes de siempre, pero ya nadie se juega la peseta por una idea (la "idea" ha pasado de la vida pública a la privada, y, más tarde, a la vida secreta). 

Lo ha hecho en un lugar donde hace escasamente un mes, un policía bajó del escenario a la cantante Rocío Saiz por descubrir su torso. Un lugar donde se censuran obras de teatro de Virginia Woolf y de ¡Lope de Vega! (y estos son los españolísimos, ¿sabes?). Un lugar donde arrancan banderas LGTB de los ayuntamientos. Un lugar donde la tercera fuerza más votada (pese a su actual y feliz desintegración) fue Vox, un partido que niega la violencia machista, un partido al que las tetas le gustan... de pago, para poder usarlas a su antojo. O guardaditas, si son las de su mujer. 

Por tanto, ¿tiene sentido? Sí. Sí. Sí. Eva no lucha contra molinos. 

4. ¿Es esto transgresor? No. Pero, ¿qué significa ser "transgresor" en un mundo donde, como decían en El Club de la Lucha, hace rato que ya todo es una copia de otra copia de otra copia? Este punto es clave. Este punto es soberano. "¿Qué es la transgresión hoy?" es una pregunta que le he repetido con mucho interés a mis entrevistados artistas e intelectuales. Les digo que la transgresión muta, que es escurridiza, a menudo paradójica, y que ya nada epata una drag vestida de Cristo, francachela que se celebra desde los setenta. Asienten. Nadie me dio aún una respuesta convincente del todo. Quizás, en el siglo del yo, la única transgresión posible sea la muerte del ego. Es decir, la desaparición, un concepto intrigantemente sinónimo de la pobreza. 

¿Transgresor quiere decir, acaso, "que no se ha hecho nunca"? Bien, estaremos de acuerdo en que enseñar las tetas no es inédito, y menos mal, o hablaría de nuevo de nuestro retraso. Pero, ¿pretende serlo? Yo creo que no. Creo que lo de Amaral es un gesto, es un símbolo, es un guiño con un recorrido limitado pero suficiente. Por favor: no todo tiene que ser histórico. Los ritos son acumulativos y no por eso tienen menos valor, más bien al contrario. Los ritos se repiten como el estilo. 

¿Esto es activismo? No exactamente. Es performance que nutre al activismo. Seguimos. 

5. Escribía la socióloga y académica Rosa Cobo en Pornografía. El placer del poder (Ediciones B) que sexualizar a alguien es considerarlo inferior. Interesante. Escuece. Entonces, ¿sexualiza a Amaral este gesto? Definitivamente no, no si eres una persona mentalmente sana y con una vida sexual que no da pena. Esta cosa jocosa y pegajosa que se repite en los últimos días, esto de "jajá, estas feministas... nos están dando lo que queríamos... ¡tetas! Que las enseñen, que las enseñen" es una formidable prueba del algodón. Una prueba revela-incels. Hola, nenes.

Quizás lo creas así si los últimos pechos que viste fueron los de tu madre cuando te amamantó o te dibujas como un masturbador crónico y bulímico, de esos que dejan el teclado lleno de esmegma, pero eso ya trátatelo tú clínicamente, cúrate en casa, que aquí no podemos estar todo el día recogiendo a pajarillos cojos. 

¿Por qué el gesto de Amaral no es sexualizable, por su propia naturaleza performática? Para empezar, porque no todas las tetas lo son. Sexualizables, al cabo, son tetas muy concretas. Tetas juguetonas, tetas que piden boca adulta: tetas modélicas, jovencísimas, respingonas, juntas, canónicas. Tetas, ante todo, calladas (si dicen "mu" las tetas, que sean para preguntarte cómo las quieres). No gustan las tetas que cantan Revolución, ni las que escriben sus propias canciones, ni las que abren el cartel del Sonorama. Apetecen las tetas sin voz, ni grito, ni voto. Esto lo escribí aquí, a cuenta de la polémica de Rigoberta. ¿Qué tetas no se aclaman? "La teta de una madre que amamanta a su bebé en una cafetería. La teta de una Femen que grita condenando violaciones. La teta de una mujer madura. La teta de una mujer enferma". 

La teta, al cabo, que no sigue el dictado de los hombres. La teta de Amaral, una mujer que hace lo que le sale de las tetas. 

[Las tetas que podemos enseñar]

6. ¿Es Amaral feminista? Hombre, apaga y vámonos. Desde luego que lo es, pero no por esto, ni porque sea una mujer que reina en la industria, ni porque tenga su propio sello, ni siquiera porque "Amaral" sea ella y no su compadre Juan. Eva lleva años componiendo canciones poderosas y expectorantes, canciones que me inspiraron de niña y de adolescente, canciones que abrían las posibilidades de lo que significa ser mujer. Algunas de mis favoritas, de las más desconocidas: Siento que te extraño o No sabe a dónde va.

7. ¿Algo tendrán las tetas cuando las bendicen? Pues sí, pero esto lo hablamos con un café con Baileys. En el arte lo hemos tratado: no es lo mismo el cuerpo de una mujer pintado por un hombre que por otra mujer. ¿Tenemos pánico genital? Según. Picasso se pasó toda la vida pintando con el falo y a todos nos encantó. 

8. ¿La liberación pasa por enseñar las tetas? Ah, no, claro que no. ¡Eso sería tan simple! Puro reclamo capitalista. El dinerito está siempre a la caza de tetas que mercantilizar. Prefiero resumirlo con un extracto de Carta abierta a una chica progre, de Umbral, que todo lo dijo mejor que yo: "Ahora, entre los trofeos de sol que te ha dejado tu busca de libertad por el mundo, te sientes irónica y desengañada, y ya sabes que la libertad no es un sombrero de flores ni tus pechos violentados por las olas, sino que la libertad eres tú a la búsqueda de todo eso". Y las chicas progres lo sabemos. Feliz verano.