Tantos años deseando el final de Cuéntame y ahora que ya se ha producido se siente una especie de vacío. Como si se hubiera cortado el último lazo con la vida de antes.
Es una serie que empezó en una TVE que emitía por vía analógica, en cuatro tercios y con bloques publicitarios. No había más diferido que la posible grabación casera en VHS.
En los 22 años transcurridos desde su estreno, muchos espectadores habrán pasado de viajar en un autobús escolar a depositar en él a sus hijos. En su intrahistoria convive de alguna manera la del cine español. El primer capítulo lo dirigió Tito Fernández, artífice de No desearás al vecino del quinto (1970) y el último, Óscar Aibar, que tenía tres años cuando se estrenó la obra fundacional del landismo y debutó con Atolladero (1995), una distopía ambientada en el Oeste americano de 2048 cuyo villano estaba interpretado por Iggy Pop.
Sus responsables han dicho estos días que la serie comenzó como una sitcom algo más elaborada. Tienen razón. Su equipo intelectual y técnico era prácticamente el mismo que el de Los ladrones van a la oficina, aquel canto del cisne de la comedia popular española que emitió con éxito Antena 3 TV entre 1993 y 1996.
Pero ese "algo más" se fue consolidando con el paso de los meses. Para cuando termina la trama relacionada con Construcciones Nueva York, en el verano de 2003, Cuéntame ha alcanzado ya un nivel altísimo en intensidad dramática y dibujo de los personajes.
El tópico nos habla de los Alcántara como reflejo de la familia media española de entonces. Sí, claro. Detenciones policiales, adicciones varias, secuestros, viajes por todo el mundo, puestos de responsabilidad en gobiernos de tres colores políticos. Recuérdese cuando Antonio Alcántara tuvo a la vez a Toni presentando el telediario, a Inés triunfando como actriz y a Carlitos representado por Carmen Balcells. Lo normal en cualquier casa.
(Por no hablar de esa presencia en el terreno de todos y cada uno de los grandes acontecimientos de 33 años en la Historia de España. Una auténtica prueba de fuego para la "suspensión de la incredulidad" del espectador).
No. Cualquier línea argumental secundaria de la temporada menos recordada sería ese trauma que marca de por vida a todos los miembros de una familia.
Hace ya alrededor de una década de los momentos mejores de la serie. La primera separación de Merche y Antonio voló a mucha altura. No recuerdo un episodio que me gustara más que Gracias por las flores (24 de abril de 2014), con los créditos finales a los sones de No mires a los ojos de la gente.
Los altibajos han sido un elemento casi consustancial a Cuéntame. Pero, una vez no se atrevieron a explorar la senda de unos Alcántara divorciados, la ficción entró en un bucle que delataba que, simplemente, se había quedado sin cosas que contar. Todo sonaba a ya visto. La mudanza al chalet repetía el esquema de la temporada en el barrio de Salamanca con idéntico resultado.
El desaguisado definitivo llegó con el salto al presente para contar la Covid-19. Qué error, qué inmenso error. La voz en off de Carlos Hipólito nos hablaba desde el futuro ya en el minuto uno de la serie, sí. Pero desconocer qué es de los personajes más allá del periodo que nos cuenta el guion en ese momento es un elemento fundamental en el andamiaje de todo el relato. Parece mentira que sus propios responsables no lo tuvieran en cuenta.
Por fortuna, las cosas se han arreglado bastante bien con esta última temporada de siete capítulos. Ha sido un colofón muy bueno, con alguna laguna menor fruto de querer apretar casi ocho años (1993-2001) en menos de dos meses. Escuché a Imanol Arias que la clave ha estado en no obsesionarse con la idea de "cerrar". Quizá podía haber sido más redondo. Pero lo perfecto es enemigo de lo bueno.
Hoy termina CUÉNTAME. Hace casi siete años ya dijimos que había que llegar a ese punto y propusimos un desenlace. Fue en el extinto "El Debate de Hoy". ¿Se parecerá lo que veamos esta noche a aquella propuesta? Atentos a la pantalla. https://t.co/b98kSQ580f pic.twitter.com/7sBHCazIpN
— José Ignacio Wert (@JoseIgnacioWert) November 29, 2023
Hay ganas de ver a sus actores más a menudo en otros papeles. Lo que han hecho Imanol y Ana Duato yendo de la mano de sus personajes estas dos décadas será objeto de estudio en el cortísimo plazo
Glosar a todos los integrantes de ese reparto que merecen elogio requeriría otra columna entera. Alguno, como Pepe Sancho, podría coparla en exclusiva. Dudo que Paquita aguantase todo este tiempo si no fuera por cómo la ha moldeado Ana Arias. Descendemos por el rodillo hasta esos roles que ya no suelen merecer comentario para detenernos en Pepa Sarsa como Josefina. Es difícil clavar así a la vecina cotilla e impertinente.
De haberse producido hoy, Cuéntame cómo pasó habría monopolizado la conversación social un mes gracias al ruido que saben hacer las plataformas. Luego, si acaso un par de temporadas más y ya de ahí derecha al olvido. Por supuesto que con ella acaba una etapa. La de los grandes artefactos de la televisión de antes.
Encendemos el televisor sumidos en todas estas cavilaciones. Ha aparecido Saber y ganar presentado por Jordi Hurtado.