"Si declaras la guerra a mi corazón y me haces daño, te convierto en canción", cantaba Santiago Auserón, todavía en la piel de Juan Perro, a principios de este siglo. Es un poder en manos de cualquier artista: resolver el duelo ante el folio en blanco echando mano de personas reales. En función del maquillaje que se aplique éstas podrán ser más o menos reconocibles.
Woody Allen dedicó una de sus obras maestras a este asunto. En Desmontando a Harry (Deconstructing Harry, 1997), el personaje del título (el propio Allen, que lo asumió a regañadientes después de las negativas de Dustin Hoffman, Albert Brooks, Robert De Niro, Dennis Hopper y Jack Nicholson) tenía que enfrentarse a las reacciones airadas de varios conocidos al verse reflejados en sus escritos.
Lo de Dani Martín con Ester Expósito tiene una naturaleza distinta. Se parece más a Assumpta, la canción que Siniestro Total dedicó a la actriz homónima apellidada Serna. ("Era una chica muy mona que vivía en Barcelona. Cuando estábamos en la cama me bailaba la sardana"). Me temo que esto no se podría hacer hoy. Por una vez, añadiremos un "felizmente".
Martín tiene 47 años. Los mismos que contemplaban a Víctor Manuel cuando grabó Mucho más que dos con Ana Belén y varios amigos. La crítica que ha recibido estos días ha insistido en la idea de que no pasa página de El Canto del Loco. Tanto los aspectos temáticos como los formales seguirían siendo los propios de los dirigidos al público adolescente. Los que estaban en esa etapa vital cuando empezaron a escucharle no pueden seguir viéndose reconocidos porque ellos sí han cambiado, y de qué manera, con el transcurso de las décadas.
La letra de Ester Expósito no ayuda a combatir esta tesis. Toda ella es el meme del señor Burns disfrazado de Jimbo Jones. No puede decirse que no avisara. Hace 16 años, todavía en la banda a la que debe su fama, nos presentó un tema que se llamaba Peter Pan.
Pero yo no estoy muy seguro de que todo el empeño no sea una autoparodia mal entendida. La referencia a las Wayfarer, que le sentarían bien a todos menos a él, por ejemplo. El tono tan simplón, que parece efectivamente la burla que podría hacerse de una de sus canciones de hace veinte años. Reírte de ti mismo dando la impresión de que le tiras los tejos a una actriz nacida un lustro después de la creación de tu grupo.
La ocurrencia se ha repetido estos días: que dedique sus esfuerzos mejor a la madre de José. Si no quería salir del segmento actrices, podía haber lanzado sus corcheas a Elsa Pataky, una mujer en su rango de edad y que, como él, integró el reparto de Al salir de clase, una serie juvenil que sí le corresponde generacionalmente.
Expósito se lo ha tomado con mucha elegancia. Ha respondido remarcando el papel que las canciones de Dani Martín jugaron… en su infancia.
El intérprete sopla 47 velas en una tarta de lacasitos de la pastelería Mallorca. Infantiloide puede. Pero con posibles. Su actual peinado rubio se mueve en la finísima línea que separa el concepto "nuevo look" de los restos del último carnaval. Todo esto ha dado pie a que los mismos medios de masas que tanto tiempo le jalearon hoy se instalen en la mofa condescendiente.
A nosotros nos da pena, qué quieren que les digamos. No aplaudiremos la canción dedicada a la protagonista de Élite, que nos ha dado la misma vergüenza ajena que al resto del mundo. Pero confiamos en que todo sea un malentendido gigantesco, una broma que no hemos sabido pillar. Y cruzamos los dedos para que su autor sepa resituarse encontrando un nuevo camino musical.
Hasta entonces, que Campanilla le cuide y le guarde.