"No dejes nunca de ser como eres" es una idea que lleva décadas dando de comer a los fabricantes de tarjetas para acompañar regalos. No sabemos si Carlos Boyero habrá recibido una de ellas alguna vez. Sí constatamos que no haber dejado nunca de ser como es supone hoy el origen de sus problemas.
Olviden la última frase. Lo que le sucede a Boyero está lejos de ser un problema para él, toda vez que ser vilipendiado en las redes sociales es algo que a todas luces le importa una higa.
🎬El 'palo' de Carlos Boyero a una de las series más famosas del momento: "La he terminado, pero sigue sin interesarme" pic.twitter.com/QCh8ItgjSx
— La Ventana (@laventana) February 28, 2024
El crítico de cine y televisión comentó sus impresiones sobre la última temporada de True Detective en su sección semanal dentro de La Ventana (Cadena SER) con Carles Francino.
Lo hizo a su estilo. Carlos Boyero es así tanto en la versión escrita como en la oral. Sus impresiones sobre las ficciones tienen más que ver con sus emociones estrictamente subjetivas que con una exhibición de erudición que su autor atesora sobradamente, pero con la que no quiere aturrar ni al lector ni al oyente.
Entre los aspectos que reseñó sobre la serie en cuestión, dentro de un comentario globalmente negativo, estuvo el deterioro físico de su protagonista, Jodie Foster.
Alguien en el departamento de redes sociales de la cadena decidió que ese fragmento era viralizable. Como resultado, el crítico ha sido objeto de miles de comentarios denigratorios, cuando no directamente insultantes.
El comportamiento de la masa digital ha recordado a ese chiste de Gila sobre el tío que, al ver a otros tres tipos dar una paliza a un pobre desgraciado, decide "intervenir"… sumándose a los agresores.
Así, el careto de Boyero ha sido reproducido hasta la saciedad en tono de abierta mofa. La empatía no hace parada con los "señoros". El reproche más repetido es el de haber sido él el que ha envejecido mal. Haz el favor de dejar de ser como siempre fuiste.
Una firma de su mismo diario ha ido más allá. El crítico dice en su parlamento que quiere a Foster, que debutó como actriz en la infancia, "desde pequeñita". Esta simple afirmación le sirve para formular una acusación más o menos velada de pederastia. Es el mismo que va por ahí acusando a los demás de emplear el brochazo gordo.
[Opinión: Boyero, esto está lleno de "progres de mierda"]
Nuestro protagonista no encaja en el periodismo en general, aquejado de un priapismo en el dedo índice particularmente agudizado en la especialización cinematográfica. Paga, además, un peaje añadido. El de colaborar con los medios que le obligarían a estar en el lado correcto de la Historia.
Desde aquí no nos vamos a gastar un céntimo en una tarjeta de regalo. Pero le pedimos a Carlo Boyero que no deje de ser como es. Una reliquia del periodismo analógico cuyo consumo nos animó a sumarnos profesionalmente a él.
Un crítico verdaderamente útil en sus juicios, incluso cuando dice que se ha quedado dormido o ha abandonado la sala. No tiene por qué ser a través de la línea convencional: que él adore algo puede prevenirnos de acercarnos a verlo y que lo deteste estimular nuestra curiosidad.
Una personalidad fuera de lo común que pudo ganarse la vida firmando precisamente por moverse fuera de lo común. Un auténtico constructor de la imagen personal antes de que nadie osara emplear esa expresión. Alguien que al hablar se dirige todavía a un público anterior a ese síndrome de Asperger colectivo que nos impide entender una idea más allá de su literalidad estricta.
Afortunadamente, Carlos Boyero debe tener sólo una noción muy somera de lo que es Twitter. Ya dijimos antes que ver cómo le despellejan se la traería al fresco. Pero seguro que le llevarían los demonios al leer este comentario reciente sobre su película fetiche en una cuenta cinéfila:
Ayer vi El apartamento por primera vez y me pareció una buena película, bien rodada, con buenas interpretaciones y un guion sólido. Pero necesito que me digáis qué tiene para que muchos la consideréis una de las mejores de la historia, porque se me quedó corta.
Casi mejor nos callamos y repartimos las cartas.