Europa, que siempre fueron doce estrellas amarillas sobre azul, hoy ya son tan sólo setecientos cinco diputados y los cien mil burócratas de un ejército desarmado.
Porque ser europeo, después del domingo, si en la nómina de los eurodiputados están Alvise e Irene Montero, queda como para volver a darle la razón a Stefan Zweig. En Europa ya sólo nos quedan euroescépticos.
No es que la gente vote mal, es que tampoco hay nada mejor que votar. Porque desde que se impuso esa frase de que la democracia consiste en votar el mal menor, no levantamos cabeza, en ningún país de la unión.
Y así es como se acaba viviendo la descomposición de unos eurodiputados muy lejos de la realidad y un parlamento en Bruselas rodeado de alambre de espino para recibir a los agricultores españoles, como si de la primera línea de una trinchera de la II Guerra Mundial se tratase, mientras dejan las fronteras vendidas y la dependencia estratégica en manos de Estados Unidos, Rusia y China.
Y cuando por fin se cierran los colegios electorales, queda muy claro que no hay rapto de Europa, sino deserción.
Esta es la nueva Europa, que ha pasado de ser la de Mozart, Beethoven y Strauss, a la de Alvise y Llados. Europa, con sus populismos a cuestas y sin vals. Europa del crecepelo. Europa…
Digo lo de Llados porque hacen bien en alertar a los críos de estas estafas, que no son precisamente las del timo de la estampita. Sobre todo porque sorprende que en este mundo de incrédulos todavía los haya que crean que haciendo flexiones uno puede hacerse rico.
Cháchara, disfrazada de doctrina. Mensajes cortos, para encajar verdades a medias, muchas emociones de saldo y nada con base científica que argumentar.
Y uno escucha a Llados, con su "fucking panza" y no puede evitar pensar que aún con todo habla con menos aprietos que Yolanda Díaz.
Llados y la mayoría de los políticos hablan de la nada, la venden como Apple te vende un ordenador. Son capaces de estar horas hablando sin decir absolutamente nada, que es lo que ocurrió con la mayoría de los discursos de los candidatos a eurodiputados estas semanas de atrás. Candidatos que por no saber no saben ni lo que es Europa.
Entre Llados y Pedro Sánchez no es que haya mucha diferencia. Los dos aseguran tener la receta del éxito y ninguno consigue demostrarlo mientras se siguen lucrando. Alguien debería denunciar al PSOE por estafa piramidal. Sobre todo cuando su cabeza de lista a las europeas, Teresa Ribera, confirma que no cogerá el acta de eurodiputada para seguir de ministra un rato más.
Va a ser cierto que desde que cerraron centrales nucleares y nos vendieron que esto se podía sostener a base de molinos de viento y gas licuado, casi tan caro como el aceite de oliva, en Europa estamos muy verdes.