El problema de las redes sociales es que cuando uno siente la necesidad de convertirse en el héroe internacional de una causa, puede hacerlo.

El último en aprovecharse de esta jugosa tentación ha sido el grupo mexicano Maná, que ha publicado en Instagram su decisión de retirar de todas las plataformas digitales su colaboración con Nicky Jam en el tema De pies a cabeza.

El texto venía acompañado de una imagen con el eslogan Maná no trabaja con racistas

El pecado de Nicky Jam ha sido apoyar a Donald Trump en su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. 

¡Qué obsesión con la pureza, con distanciarse del disidente y señalarlo, con dejar bien clara la línea que nos separa del otro que ha cometido el delito de manifestar una opinión que no nos gusta! 

Esta sociedad infantilizada alimenta la moda de que los artistas tienen que ser profesores de Educación para la Ciudadanía de un rebaño perdido que necesita ser guiado hasta la luz. Ahí está Maná para cumplir con su papel y decir: "No todos somos Nicky Jam".

Es realmente asombroso pensar que, quizá, ni por un momento se les haya ocurrido la posibilidad de que al mundo entero le dé exactamente igual su opinión. 

¡Qué arrogancia esconde quien no sólo se siente legitimado para marcar con una cruz al hereje de la corrección política, sino que siente que es su deber hacerlo! Es más, que si está en posición de aplicarle un castigo social, le corresponde ejecutar esa tarea.

¡Qué pereza intelectual hay detrás de la idea de que Taylor Swift es un icono por apoyar a Kamala Harris y Nicky Jam es un peligroso racista por apoyar a Trump!

Creer que la libertad de expresión es un bien no sólo es admitir que el otro puede decir algo con lo que yo no estoy de acuerdo, sino también renunciar a expulsarlo del debate público. Aunque sólo sea porque mañana puedo ser yo mismo el que esté en la guillotina.

Es muy peligroso alimentar continuamente la cultura de que hay unos valores a los que uno debe plegarse si no quiere ser marcado como un traidor, como un apestado a quien hay que reeducar o exiliar.  

Es preciso convencerse de que es mejor vivir en una sociedad en la que se valore más la libertad de expresión que la obsesión por proteger las ideas políticamente correctas, la capacidad de mantener la propia conciencia sin necesidad de considerar al otro como enemigo.

Este compromiso sería una vacuna que nos libraría de la tentación de querer aniquilar todo lo que no nos gusta sin antes haberlo comprendido, y de la tentación de querer descontaminar el mundo de impuros que no comulgan con la doctrina dominante.

O, por lo menos, de la tentación de obtener unos minutitos de fama en las redes sociales. 

Dice el grupo musical que "durante los últimos treinta años, Maná ha apoyado y defendido los derechos de los latinos en el mundo". Nicky Jam es puertorriqueño. Debe de ser que Maná defiende todos los derechos de los latinos, menos el de apoyar a quien les venga en gana en política

En fin, no sé en qué quedará la carrera electoral de Donald Trump. Pero sí que De pies a cabeza probablemente vaya a ser el tema más escuchado de Maná durante una temporada.