A Alex Roca (33 años) se le cae la baba. A mí también. A Vera Bercovitz, doce años como redactora jefe de Vanity Fair, ahora directora de contenidos de Forbes Woman, se le caen las lágrimas al escuchar a Alex. "¿Tienes un pañuelo?", me pregunta.
La noche del miércoles, el Museo del Ferrocarril de Madrid está a reventar. Esa misma noche, las revistas Elle y Telva organizan un acto. Le digo que no, pero sí que llevo uno, el del bolsillo de la solapa. Me doy cuenta ya tarde. El lagrimal de Vera es un torrente incapaz de detenerse.
Tengo la piel de gallina. De gallina vieja.
Mari Carmen Maza, mujer de Alex, traduce el discurso del Forbes Best Content Creator de Inclusión 2024 a toda velocidad. Roca gesticula, en un lenguaje que no parece el de los sordomudos, es el lenguaje de gestos, babea, se agacha para dejar su premio, y vuelve a levantarse.
Todos estamos boquiabiertos. Le habíamos visto en su cuenta de Instagram, pero el algoritmo no está programado para emocionar, sino para deslizar.
Mari Carmen nos ametralla, a toda velocidad, traduciendo a Alex, con una bofetada en nuestra tontería. Sabe que nuestra atención es de milésimas de segundo. No va a dejar pasar la oportunidad de agarrarnos por los huevos, de abofetear nuestra vanidad.
Alex es el influencer de oro. De corazón de oro. El resto son molones, guaperas, chuletas, millonetis, familias arribistas, enmascarados, descarados, golfetes, hipersexys…
Alex es de verdad, como vino al mundo. Alex está jodido, pero se va a comer la vida.
"Para mí hoy es muy importante transmitiros este mensaje. A lo largo de mi vida muchas personas no me han querido escuchar".
Un millar de personas se quedan calladas. La voz es de Mari Carmen, una voz fuerte, decidida, retadora, enamorada. El mensaje es de Alex (776.000 seguidores en Instagram), alguien que, con parálisis cerebral y un 76% de discapacidad física, se define como "deportista".
Su discurso al recibir el premio tiene, por ahora, mil cuatrocientos comentarios.
"Este premio se lo quiero dedicar a alguien: a aquel niño del que se reían por las calles. A aquel adolescente que sentía que nunca iba a ser nada. Que no tendría pareja, ni amigos, ni trabajo, ni podría conducir".
Alex se cimbrea con un trapo en la mano izquierda para secar sus babas, mientras que con la derecha escupe una verdadera Forbes Masterclass de vida. A los fotógrafos les quema el dedo en el pulsador de la cámara. Cada segundo, una decena de móviles sube y se pone a grabar.
Mari Carmen y Alex se conocieron en Barcelona. Ella estaba estudiando grado medio y Alex fue a dar una charla. La historia de amor de Alex Roca y Mari Carmen apareció en El Hormiguero (el de Pablo Motos, siempre atento a lo que pasa en la calle para conectar con la audiencia). El minuto de oro fue el momento en el que ella confiesa que estuvo hace años a punto de quitarse la vida, y Alex se estremece al conocer el secreto.
Si aguantas el tipo viéndolo, sabrás lo que sentimos al darle el premio el pasado miércoles 16 de octubre.
Confieso aquí que creamos esta categoría para Alex. El jurado lo vio muy claro. La misión de un influencer, de un creador de contenido, de un periodista, de un medio, es conectar.
Alex conecta.
Su historia de superación le ayuda. Pero es su actitud ante la vida la que lo hace grande. Queríamos impulsar su mensaje y compensar el exceso de espuma de la generación influencer.
Parece contradictorio: por un lado profesionalizamos el trabajo de los creadores de contenido otorgándoles el prestigio y la reputación de Forbes con unos premios anuales, y al mismo tiempo les bajamos los humos fijándonos en Alex.
Los creadores de contenido se enfrentan a varios retos. Tienen una excesiva dependencia de un canal, sea Instagram o TikTok. El día que cambie el algoritmo, sus audiencias corren riesgo de desvanecerse
Por otro lado, sabemos que los canales aparecieron, y pueden desaparecer, a velocidad del vértigo. Todos tienen que estar preparados para reaccionar si se produce un cambio de canal o un cambio de modelo. Necesitan apostar más por la calidad que por la cantidad.
La influencia está en la calidad no en la calidad.
La influencia es tener los mejores contenidos posibles con la mayor cantidad posible de audiencia. Pero la cantidad vacua es solo humo. De estas y otras sugerencias me permití hablar en mi discurso, aunque todas se las llevó el viento al escuchar a Alex.
"Le pido al mundo que seamos naturales. Que todos lloramos. Que todos tenemos granos. Este premio no es para mí, es para los que vienen".
De eso se trata, de los que vienen.
Estamos aquí para recibirles con fanfarrias si hace falta. Con todas las columnas y los premios que hagan falta.
Pero, por favor, comprometeros con los contenidos de calidad, que la basura ocupa lugar.