Lo de Aldama no fue una declaración, fue un concierto.

Qué gran voz, aseguran los expertos. Ha nacido una estrella, una soprano. Más que sentarse en la sala de un juzgado parecía haberse subido al escenario de un teatro.

¡Qué diva! Existen sólo la Callas y él. En dos horas, con un chorro de voz limpio, le contó al juez todo lo que su abogado y el fiscal le preguntaron.

La foto de Aldama y Pedro Sánchez.

La foto de Aldama y Pedro Sánchez.

Es curioso cómo, más que defenderse, se inculpó en todo. De haber atropellado a un gato hace años lo habría confesado también. Viendo el vídeo no queda muy claro si lo suyo es una declaración ante un juez o la confesión de un moribundo con un sacerdote para aliviar la conciencia.

De la penitencia, Dios dirá…

No dejó títere con cabeza en Moncloa. El nombre del presidente y varios de sus ministros salieron por su boca. Dibujó, más precisamente si cabe, un mapa que empieza a estar muy claro por las informaciones de los medios de los últimos días, pero que de ser cierto lo confesado por Aldama, lo deja todo más claro.

A Aldama le iba medio PSOE a pedir dinero. Aldama, que de no haber tenido este traspiés podría haber acabado de gobernador del Banco de España visto la presunta confianza que varios de los ministerios del Gobierno ponían económicamente en él.

Bárcenas y él podrían haber montado un máster en la Complutense sobre captación de comisiones y habría tenido más interés que el de Begoña Gómez. Así es como caen los gobiernos, cuando la corrupción no salpica a uno sólo de sus miembros, sino que cuanto más se indaga más claro se tiene que lo que no queda es casi nadie sin salpicar.

Hasta ahora el PSOE se mantenía a flote porque entre toda la mierda que le había ido saliendo durante estos años nunca apareció el nombre de Pedro Sánchez. Esto de "el número 1" no hay equipo de opinión sincronizada que lo pueda maquillar.

Vinieron a regenerar la política y lo único que han conseguido en política es degenerar. Si a Pedro Sánchez no le tembló el pulso a la hora de reclamarle a Ábalos el acta de diputado (tres años después de haberlo dejado fuera como ministro y sin imputación entonces), obra con más calma en lo que a Santos Cerdán, Teresa Ribera o María Jesús Montero se refiere.

Sólo puedo pensar estos días en Máximo Huerta viendo cómo arde Moncloa desde su casa.

Lo importante es que si Aldama dice la verdad –aunque no se entienda porqué se inculpa de otra manera– tendrá que decidirlo el juez. Esa Justicia politizada, que dice el PSOE. Esos jueces al servicio de la derecha.

Porque lo importante es que Aldama, que según Sánchez es "un personaje", "no dice ni una sola verdad". Ahora medio PSOE reclama para sí la presunción de inocencia cuando no dudaron en creer a Bárcenas antes de que ningún magistrado siquiera le hubiese tomado declaración.

Aquí es donde el PSOE tiene la batalla imposible, en toda esa hemeroteca que se les hecha encima hasta aplastarles por su propio peso. Si no hubo dudas entonces, ni presunción de inocencia que valiese cuando Bárcenas cantó sobre la caja B del PP, ¿por qué debería tener ahora más consideración la oposición?

Lo único que resulta curioso es cómo el PSOE puede llevar seis años gobernando si parece que el único que trabajaba en España es Aldama, que por no tener no tiene ni cargo oficial. Entre los muchos asesores del presidente quedaría mal un conseguidor oficial de lo imposible, unicornios y otras remesas sin especificar.

Escuchando a Aldama, España es, como mínimo, Nápoles. Lo que ocurre es que nuestros gángsters, en vez de apellidarse Corleone, Tattaglia o Barzini, iban con Sánchez en un Peugeot 407, de pueblo en pueblo, a reconquistar la secretaría general del PSOE, porque tanta corrupción no se podía tolerar.