Deadpool es un superantihéroe antisistema. Además de fuerza, resistencia, agilidad y reflejos sobrehumanos, tiene un factor acelerado de curación.

Lobezno, o Lobato, o Logan, es también un súper antihéroe con capacidades físicas mejoradas y una poderosa capacidad de regeneración.

Este pasado verano, el encuentro en cine entre el Mercenario Bocazas y el Mutante ha roto todos los récords de taquilla. A tres días del Congreso Federal del PSOE, lo que se proyecta en nuestras pantallas es otra versión bien distinta, pero promete también batir unas cuantas marcas. 

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el líder de la formación en Madrid, Juan Lobato.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el líder de la formación en Madrid, Juan Lobato. Alejandro Martínez Vélez Europa Press

Un nuevo terremoto político. Ni un día sin escándalo. Fiscales que intercambian información como salsa rosa. Las filtraciones que sabíamos que ocurrían, ahora constatadas en sede judicial.

Es tal la frívola naturalización de las malas prácticas institucionalizadas que la sensación de impunidad borra la prudencia más elemental… y las dejan por escrito.

Ahora las conocemos ¡en whatsapps! 

Todo está ahí.

¿Es la Fiscalía General del Estado una máquina de filtrar información, con fines políticos, a una selección de medios de comunicación afines?

El informe de la UCO no deja lugar a dudas: la prensa disponía del contenido de la denuncia contra Alberto González Amador antes que el propio interesado.

¿Habría urdido la Moncloa (el gabinete del gabinete) un plan contra Isabel Díaz Ayuso? ¿Incluía ese plan una trampa para Juan Lobato? Porque ya entonces los movimientos para descabalgarlo del liderazgo socialista en Madrid eran notorios.

¿Por qué, a fecha de hoy, siguen Marlaska y demás ministros insistiendo en que lo que hizo el fiscal Álvaro García Ortiz fue desmentir un bulo?

Con el primer fiscal general del Estado investigado en democracia, con una abrumadora batería de pruebas que apuntan a que la operación contra Ayuso se activó cuatro días antes de la primera información, con el informe de la UCO que subraya la "participación preeminente" de García Ortiz en la filtración de todo el expediente tributario de González Amador.

¿Estamos ante una genuina máquina del fango?

Y es que… Deadpool versus Lobato. La Sagrada Línea Temporal.

Juan Lobato es secretario general del PSOE de Madrid. Fue candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, que ganó por mayoría absoluta la líder del PP de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en mayo de 2023.

Tras la investigación abierta en el Supremo al fiscal general del Estado, se ha revelado que Lobato acudió a un notario a depositar unos mensajes intercambiados en marzo de 2024 con Pilar Sánchez Acera, mano derecha del hoy ministro Óscar López y por entonces jefe de gabinete de Pedro Sánchez en la Moncloa.

Situémonos. Hacía menos de un mes que había explotado el caso Koldo y apenas dos semanas desde que se publicaran las primeras informaciones relacionando a Aldama e Hidalgo con Begoña Gómez.

Es en ese momento cuando se difunde el expediente fiscal de Alberto González Amador, novio de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y el intento de fraude a Hacienda de más de 300.000 euros.

Ahí comienza la acción organizada del aparato socialista reclamando al Partido Popular la dimisión de Díaz Ayuso.

Es justo entonces, el 14 de marzo, cuando Juan Lobato recibe los mencionados mensajes de whatsapp desde la Moncloa con la confesión de la pareja de Ayuso para utilizarlos contra la presidenta de la Comunidad de Madrid en el debate parlamentario de ese día. 

Y así lo hizo Lobato, no nos engañemos. Actuó como le indicaban, sin reparos.

Entonces, ¿por qué guardó cuidadosamente esos mensajes y, ocho meses después, se fue a un notario de Madrid para depositar allí una copia autentificada de los mismos?

Para justificarlo, Lobato dice dos cosas distintas.

Primero, que decidió acudir a un notario en Madrid para demostrar que se negó a difundir un documento secreto y desmarcarse de posibles acciones legales sobre él.

Después, otra muy distinta. Que lo hizo para certificar que se trataba de una información de la que ya disponían los medios, porque su secretaria de política institucional (y, recuerden: jefa de gabinete del jefe de gabinete del presidente Sánchez) así se lo dijo. 

En cualquier caso, lo que Lobato ha evidenciado es una palmaria desconfianza hacia su partido, una clara voluntad de marcar territorio y, por qué no, de echar el lazo a ese Deadpool multiplicado que ha querido jugársela a él y sacarlo de la película.

Lobato ha sacado las garras. Se revuelve contra el "linchamiento" por parte de su propio partido y no dimite. Ni siquiera descarta presentarse a las primarias, las que vengan, regionales o nacionales.

Óscar López está en un tremendo lío. Ministro por fin, llamado a sustituir a Lobato al frente de los socialistas madrileños, y, giros del relato, apenas alcanza ahora a sacudir manos y cabeza y declarar que "el señor Lobato tendrá que explicarse él, aquí quien tiene que dar explicaciones es la señora Ayuso y el PP, no es el PSOE quien tiene que explicar nada, así es como funciona la fachosfera". 

Mientras, el jefe de todos, presidente del Gobierno de España y secretario general del PSOE, agradecía no sabemos qué mensajes de apoyo ("aguanta, Pedro, ánimo") y aseguraba, con UGT del brazo y entre sonrisas, que no serán tres años, sino los que vengan.

El juez del Supremo le ha pedido a Lobato que entregue el acta notarial este viernes 29 cuando preste declaración. Precisamente cuando comienza el Congreso Federal del PSOE en Sevilla, que, o mucho nos equivocamos, o será de nuevo, otra versión de una película: La purga.