El anuncio del Gobierno de Pedro Sánchez sobre la condonación de parte de la deuda del Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) es una mala noticia. Porque supone un nuevo capítulo en la relación entre el Ejecutivo central y las comunidades autónomas, premiando a aquellas que han mostrado un mayor historial de ineficiencia.
Esta decisión, lejos de fomentar la equidad territorial o la responsabilidad fiscal, representa un premio a la gestión deficiente y genera un agravio comparativo para las regiones que han administrado sus recursos de manera más eficiente.
El Fondo de Liquidez Autonómico fue creado en 2012 como un mecanismo excepcional de rescate para comunidades autónomas que enfrentaban dificultades para financiarse en los mercados debido a su elevada deuda y a su incapacidad de generar ingresos suficientes.
Bajo este esquema, el Estado proporcionaba liquidez a través de préstamos blandos, con la expectativa de que las regiones beneficiarias implantasen reformas que fortalecieran su disciplina fiscal.
Sin embargo, lo que inicialmente se concibió como una herramienta para evitar el colapso financiero de algunas comunidades autónomas se ha convertido en un instrumento que perpetúa la dependencia de estas hacia el Gobierno central.
Muchas regiones, lejos de aprovechar la oportunidad para mejorar sus finanzas, han ido incrementando su deuda con la seguridad de que siempre habrá un rescate al final del camino. Los objetivos eran similares a los de la troika, que coordinó el rescate de Grecia y Portugal tras la crisis financiera.
El resultado, muy distinto.
Mientras Grecia y Portugal han acometido con cierto éxito las reformas y medidas que se les impuso, las comunidades españolas han tenido en la práctica barra libre de crédito sin reformas ni mejoras en la eficiencia.
La Generalitat de Cataluña es el ejemplo más notorio de esta dinámica. Debe al FLA 73.110 millones de euros, 9.138€ por habitante.
Es decir, la Generalitat nos debe a los españoles 73.110 millones.
Según las últimas cuentas generales de las diferentes comunidades publicadas en el Ministerio de Hacienda, el coste por habitante en Cataluña es de 5.967€, mientras que el de los madrileños es de 4.095€.
Los catalanes, por tanto, pagan 1.872€ que los madrileños para mantener su administración autonómica, un 45% más.
Esta diferencia no se traduce en mejores servicios ni en una mayor calidad de vida para los ciudadanos catalanes, sino en una gestión ineficiente y, en muchos casos, politizada. El continuo endeudamiento de la Generalitat no sólo ha sido financiado por el FLA, sino que ahora se ve premiado con la condonación parcial de su deuda.
Es decir, lo que inicialmente era un préstamo, se habrá convertido en una donación de recursos públicos del Estado hacia la Generalitat.
Es relevante destacar que esta medida no es inocua ni gratuita. Los recursos del FLA provienen de los impuestos de todos los españoles. Por lo tanto, el perdón de deuda a una comunidad autónoma supone una redistribución forzada desde regiones más eficientes hacia aquellas que han gestionado peor sus finanzas.
En términos simples, es un castigo para quienes han hecho los deberes y un premio para quienes no.
La decisión de condonar deuda también introduce un significativo riesgo moral. Cuando un gobierno regional sabe que sus errores serán absorbidos por el Estado, pierde cualquier incentivo para controlar su gasto o mejorar su gestión financiera. Esta dinámica fomenta un ciclo vicioso de endeudamiento irresponsable, seguido de rescates recurrentes.
La economía nos enseña que los incentivos importan. Premiar la ineficiencia crea un entorno en el que no hay consecuencias reales para la mala gestión. Además, esta medida envía un mensaje negativo a los mercados y a los ciudadanos: en España, la responsabilidad fiscal es opcional y el despilfarro puede ser recompensado.
La Comunidad de Madrid, con una gestión que ha priorizado la libertad, la eficiencia y el crecimiento económico, contrasta notablemente con Cataluña en términos de resultados. Madrid ha logrado mantener una baja presión fiscal mientras ofrece servicios públicos con estándares de calidad igual o superiores a otras regiones.
Esta estrategia ha resultado en un crecimiento sostenido, atrayendo inversión y talento de otras regiones y del extranjero.
La condonación de deuda alienta un agravio comparativo. Este desbalance es especialmente irritante para los ciudadanos de regiones que han hecho un esfuerzo real por mantener el equilibrio presupuestario.
Ser nacionalista tiene premio. Es difícil desvincular esta medida del contexto político actual. La condonación de deuda parece ser una concesión encubierta a los partidos independentistas, cuyo apoyo ha sido crucial para que Pedro Sánchez permanezca en el poder.
Sánchez está comprando tiempo en la Moncloa con el patrimonio de todos los españoles. Así que los españoles tienen derecho a preguntarse si están financiando un sistema que recompensa a los más ineficientes y a quienes utilizan la amenaza secesionista como herramienta de negociación.
El Gobierno muestra el camino: desafiar al Estado tiene recompensa. Una de las regiones más ricas del país será la más beneficiada.
En esta operación de condonación se pueden dar consecuencias no buscadas, como con la Ley de Vivienda, que pone tope al precio de alquiler. Con su aplicación, el Gobierno se lo ha puesto peor a los más necesitados, a los que en teoría decía defender, pues ha reducido la oferta de vivienda mientras la demanda se ha mantenido estable, y ahora los caseros pueden hacer una suerte de audición a sus futuros inquilinos, exigiendo garantías y premiando a aquellos más solventes.
Por el contrario, aquellos con menos recursos ven cómo incrementan sus dificultades para acceder a una vivienda, pues se produce una reducción de la oferta disponible.
En resumen, la condonación de la deuda del FLA beneficiará especialmente al gobierno autonómico de una de las regiones más ricas del país, que paradójicamente (o no tanto si se atiende a las prioridades de anteriores gobiernos autonómicos) es la más endeudada, una de las más caras para sus propios ciudadanos y una de las más ineficientes.
Además, lanza un mensaje perverso al resto de comunidades: "Gasta lo que quieras, endéudate, que, si no puedes pagar, el Estado, con dinero de todos los españoles, te perdonará la deuda".
Como ya dijo Reagan, parece que "el Gobierno no soluciona problemas, los subsidia".