Un año después de asumir el cargo, el excéntrico presidente argentino Javier Milei (el primer mandatario extranjero que se reunió con el presidente electo Donald Trump tras las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre) puede ser criticado por varias cosas.
Pero, hasta ahora, sus éxitos superan sus pifiadas.
Antes de analizar el costado negativo de Milei, permítanme comenzar citando algunos de sus logros.
Milei, un economista pro libre mercado que se describe como "anarcocapitalista" o "libertario", está logrando revertir la inflación galopante que heredó de desastrosos gobiernos peronistas.
Tal como me recordó Milei en una extensa entrevista a principios de este año, cuando asumió el cargo, Argentina estaba al borde de la hiperinflación.
En la semana anterior a su toma de posesión, el 10 de diciembre de 2023, la inflación se encaminaba hacia una tasa anualizada del 3.700%, me dijo Milei.
Hoy, la inflación ha caído a una tasa anual del 107%, y todo indica que seguirá bajando.
"Estábamos en un túnel hiperinflacionario, y en camino a chocar a quinientos kilómetros por hora de frente contra una pared", me dijo el portavoz presidencial Manuel Adorni la semana pasada. "Ahora, en octubre, (tuvimos) un 2,7 % de inflación mensual. Ha sido un logro fabuloso".
Ciertamente, el éxito de Milei en hacer bajar la inflación ha tenido un gran costo social. Sus drásticos recortes del gasto público, incluidos los despidos de 33.000 empleados estatales, hicieron subir la pobreza a un 53% de la población a mediados de este año.
Pero la pobreza ha comenzado a disminuir en la segunda mitad de este año, y ya está por debajo del 50%, según estimados oficiales.
La mayoría de los economistas coinciden en que lo peor del ajuste ya pasó. El Fondo Monetario Internacional proyecta que la economía del país se contraerá un 3,5% este año y crecerá un 5% el año próximo.
En política exterior, Milei merece crédito por llamar sin pelos en la lengua a los presidentes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, lo que son: dictadores. Milei dice que sus dos principales aliados en el mundo son Estados Unidos e Israel.
Milei también merece aplausos por apoyar inequívocamente a Ucrania después de la invasión rusa y por apoyar a Israel después del ataque del grupo terrorista Hamás, que asesinó a unos 1.200 civiles indefensos, lo que desencadenó la actual guerra en Gaza.
Quizás el principal logro de Milei ha sido empezar a revertir décadas de engaño por parte de gobiernos populistas, que le hacían creer a los argentinos que el país podía crecer y reducir la pobreza sin atraer inversiones.
Muchos argentinos se creyeron ese cuento durante mucho tiempo.
¿Cuáles son las cosas de Milei que deberían ponernos nerviosos?
En primer lugar, su visión del mundo como dividido entre países conservadores y "comunistas", en lugar de verlo dividido entre democracias y autocracias. Milei hace bien en arremeter contra los dictadores de izquierda, pero hace mal en elogiar a los autócratas de derecha como el húngaro Viktor Orbán.
Milei también se ha negado a criticar los impulsos autoritarios de Trump, como su apoyo a los grupos violentos que tomaron el Capitolio del 6 de enero de 2021 en un intento de golpe de Estado para revertir la derrota electoral del expresidente. Milei debería criticar a los autócratas de todos los colores políticos, porque no hay tal cosa como un dictador bueno.
Tal vez la amistad de Milei con Trump y Elon Musk le ayude a traer inversiones o préstamos al país, lo que sería una buena noticia para Argentina. Según Milei, Trump le dijo en una conversación telefónica el 12 de noviembre que "usted es mi presidente favorito".
El peligro es que Milei se vea tentado a seguir los pasos de algunos de sus amigos de la derecha autoritaria, y viole las reglas democráticas. Milei ha adoptado varios de los peores hábitos de algunos autócratas, como insultar a políticos y periodistas, incluidos muchos que apoyan sus políticas, pero que ocasionalmente expresan una opinión divergente.
Sin embargo, hasta ahora, Milei ha enderezado la economía argentina sin violar las reglas de la democracia. Por eso, el balance general de su primer año es positivo. Si se mantiene dentro de los carriles de la democracia, puede convertirse en un gran presidente.