En el Gobierno hay ministros que defienden cosas para las que "hace falta ser mala persona".
No lo dice la oposición ni la prensa fachosférica. La afirmación sale de las propias tripas del Ejecutivo. Su vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, todavía no se ha desdicho de esas palabras dedicadas a su compañero de gabinete, el titular de Economía, Carlos Cuerpo.
La frase de Díaz hace el mismo ruido que los últimos coletazos de un pez fuera del agua. En términos de vida política, es el pitido de alerta del encefalograma que precede al certificado de defunción.
La ministra de Trabajo sigue siendo percibida como líder de Sumar medio año después de su dimisión. Uno imagina la tramoya del exabrupto: la mala digestión del consejo de algún asesor. "Oye, no puede ser que salgamos siempre babeando al lado de los socialistas. Os recuerdo que ellos pelean por nuestros votantes".
¿Cómo se pasa al perfil agresivo en la política dominada por el manoseo impúdico de las emociones, borrada de la ecuación la más elemental rendición de cuentas? Pues así: dudando de la calidad humana del adversario. Que, en este caso, es compañero de Gobierno.
En cuanto esa clase de valoración sale a relucir, se apaga cualquier atisbo de honestidad intelectual que hasta entonces pudiera tener una discusión.
Hace tiempo que el debate público español repite 4º de la ESO todos los cursos. Incluso en ese escalón empezaría a ser difícil de admitir el argumento de Díaz en boca de alumnos convocados al despacho del director para ser reconvenidos tras una pelea.
Se entiende que tenga marcar postura en un tema (la jornada laboral) en el que postcomunismo gusta de diferenciarse de la socialdemocracia. Sólo se pide que lo haga sin insultar no ya a sus compañeros, sino a la inteligencia de los destinatarios del mensaje.
Es difícil competir en foco mediático con los Reyes Magos. Pero aun así sorprende la relativa ligereza con la que se ha despachado el sucedido.
Me pregunto qué terremoto habrían causado las mismas palabras en determinadas cabeceras si hubieran sido lanzadas desde otros partidos. O qué se estaría diciendo de la viabilidad de un Ejecutivo de coalición de otro signo si sus integrantes se dedicaran esas lindezas.
La encuesta de SocioMétrica que publica EL ESPAÑOL nos da la clave. Sumar tendría hoy menos diputados que Albert Rivera en noviembre de 2019.
Si Yolanda Díaz piensa realmente que, cada martes, se sienta en la mesa del Consejo de Ministros al lado de "malas personas", lo que tiene que hacer es marcharse. En ese caso, es posible que alguien cayese en la cuenta de que todavía seguía allí.