El acercamiento de “sólo 200 presos” etarras -al PP le deben de parecer pocos- es la factura que Mariano Rajoy está dispuesto a pagar para que el PNV respalde los Presupuestos Generales del Estado y salvar así el principal escollo de su mandato. Aunque el mensaje oficial es que “no hay movimientos” en este sentido, el Gobierno madura poner en almoneda una política penitenciaria avalada por el Tribunal de Estrasburgo exclusivamente por razones de su propia conveniencia partidista.
Permitir que los reos cumplan sus condenas lo más cerca posible de sus familias es un principio general defendible, pero en el caso de ETA la dispersión no sólo fue necesaria para romper el control que la cúpula terrorista tenía sobre los pistoleros en prisión, sino que ha sido positiva para debilitar a la banda. Es verdad que cuando ETA se disuelva llegará un momento en el que habrá que reconsiderar qué se hace con sus presos.
Sin embargo, dar este triunfo a los nacionalistas, para asegurar el éxito de la votación del Presupuesto supone una injusticia con la víctimas y dejar en evidencia al ministro del Interior. Juan Ignacio Zoido ha desmentido cada vez que se le ha preguntado que el acercamiento de presos estuviera en la agenda.
Nadie a la derecha del PP
El mapa político favorece a Rajoy: no hay ningún partido a la derecha del PP al que tenga que dar explicaciones y el PSOE está en situación de máxima debilidad como para cuestionar una decisión así: más aún cuando, a su izquierda, Podemos abandera esta demanda abertzale.
En cambio, una medida como esta podría ser aprovechada por ETA para hacer propaganda y presentar su rendición inexcusable como un sacrificio condicionado. Cuando hace una semana la banda anunció su desarme antes del 8 de abril ya advertimos de que los terroristas no merecían nada a cambio y que sería un error imperdonable hacer pensar a los asesinos que pueden condicionar la situación de los presos. Ahora, después de la excarcelación de Bolinaga podemos esperar cualquier cosa del Gobierno de Rajoy.
El Gobierno no puede alimentar el relato que le interesa difundir a ETA. Ese paso únicamente podría darse si la banda se disolviese y los presos se comprometieran a esclarecer los más de 300 asesinatos que quedan impunes.