La aprobación del plan de trabajo de la comisión parlamentaria sobre la corrupción del PP ha bastado para desatar el pánico en el partido del Gobierno. Mariano Rajoy ha hecho lo imposible desde el primer día por eludir este trance. Primero intentó engañar a Albert Rivera y trasladar al Senado, donde tiene mayoría, la investigación. Cuando vio que Cs, PSOE y Podemos acordaban su constitución en el Congreso se sumó a regañadientes a la iniciativa para, desde dentro, intentar vaciarla de contenido. Y este martes se ha dado de bruces de nuevo con la oposición, que le impidió acotar a los dos últimos años el periodo a examinar e impuso un orden de comparecencias y un plan de trabajo acorde con la magnitud de la trama investigada.
Luis Bárcenas abrirá una comisión por la que desfilarán el resto de tesoreros del partido y en la que se pedirá también la declaración de presos insignes como Francisco Granados e Ignacio González. De este modo, la versión del presidente del Gobierno, que cerrará la ronda, podrá contrastarse con las que ofrezcan quienes fueron sus compañeros y subordinados.
Respuesta airada del PP
El PP ha interpretado el orden de comparecencias aprobado como un ataque, ha acusado al resto de grupos de intentar abrir una causa general contra él y ha advertido que recurrirá a los tribunales y que obligará a investigar en el Senado la supuesta financiación bolivariana de Podemos y el crowfunding de que se valió Pedro Sánchez
para ganar las primarias de su partido. Ya veremos, además, cómo afecta al apoyo de Podemos.La respuesta del PP demuestra que está dispuesto a embarrar al máximo el debate parlamentario con tal de que sus propias responsabilidades pasen desapercibidas en medio del lodazal. Se trata de una estrategia congruente con un partido que sabe que, es imposible arrojar luz sobre su financiación irregular y las corrupciones vinculadas a las diversas tramas que la hicieron posible -de Gürtel a Lezo pasando por Púnica- sin poner también el foco sobre Mariano Rajoy.
Primero Bárcenas
El nerviosismo del PP también responde a que el primero de los comparecientes sea Luis Bárcenas. El tesorero que amenazaba con tirar de la manta y que aseguraba tener documentación susceptible de “hacer caer” al Gobierno ahora parece el más interesado en salvar a Rajoy. Por eso ha tildado sucintamente de “despropósito” que la Audiencia Nacional haya llamado testificar al presidente. Según el calendario previsto por los partidos, la declaración de Bárcenas ante la comisión de investigación se producirá antes de que el jefe del Ejecutivo lo haga en la Audiencia, lo que daría pistas sobre la “aproximación” entre ambos a la que alude Ignacio González en una de las grabaciones de la operación Lezo. De confirmarse esta sospecha, la imagen del presidente quedaría muy comprometida.
Pese a las quejas y amenazas del PP, la comisión de investigación sobre la financiación irregular del partido del Gobierno vuelve a vincular a Mariano Rajoy y a Luis Bárcenas. Lo que no está claro es si ambos se desearán o no mutuamente fortaleza ante esta nueva adversidad común.