La excarcelación bajo fianza de Jordi Pujol Ferrusola sólo puede agravar la sospecha de que en España la Justicia es cualquier cosa menos ciega. De hecho, los dos meses que el primogénito del clan ha pasado en Soto del Real contrastan con los 33 o los 19 que Francisco Granados y Luis Bárcenas cumplieron, también como preventivos, en esta misma prisión.
En abril pasado, el magistrado José de la Mata consideró imprescindible enviar a la cárcel a Jordi junior ante la constatación de que, desde que empezó la investigación en 2012, no había parado de destruir pruebas, blanquear dinero e incluso mover parte fondos de las cuentas intervenidas.
Fianza de tres millones
Es incomprensible que la Sección Penal Tercera de la Audiencia Nacional haya decidido atender la petición del abogado defensor y rectificar al instructor con el argumento de que imponerle una fianza de tres millones de euros bastará por sí solo para conjurar el riesgo de que el primogénito siga haciendo ingeniería financiera y valiéndose de fiduciarios y testaferros en el extranjero para distraer el botín familiar.
Más aún cuando el propio auto admite el “posible” peligro de que siga delinquiendo, y habiendo -como hay- indicios sobrados de que la familia Pujol actuaba como una “organización criminal” en cuya cúspide estarían Marta Ferrusola y su hijo mayor. La Policía y el juez lo consideran como el gestor del botín familiar y una nota manuscrita de la esposa del expresidente confirma esta posición.
Los "misales" y la "congregación"
En ella, Marta Ferrusola pedía a su banquero andorrano que moviera dinero -”misales”- de sus cuentas -”biblioteca”-; y se refería a su familia como la “congregación”, a sí misma como la “madre superiora”, y a su hijo mayor como el “abad” de la parroquia, lo que no deja lugar a dudas sobre cuál era su posición.
La libertad bajo fianza de Jordi Pujol Ferrusola ni está lo suficientemente fundamentada ni se sostiene desde el más elemental sentido común, pues no hay ningún indicio de que su capacidad para mover dinero sea menor que hace sólo unos meses ni ha pasado el tiempo suficiente como para que el juez haya podido intervenir todo el entramado.
Sensación de arbitrariedad
Es verdad que los casos de Granados y Bárcenas son distintos, pero la sensación de arbitrariedad es inevitable. No hay ninguna razón para que las prevenciones adoptadas para impedir que el exvicepresidente madrileño y el extesorero del PP burlasen la acción de la Justicia no deban adoptarse, o deban ser más laxas, en el caso del hijo del expresidente catalán. Contra esta resolución de libertad bajo fianza no cabe recurso, así que, una vez deposite el dinero solicitado, el capellán de los Pujol podrá volver a su abadía.