La campaña de la CUP para el referéndum de independencia trata a los adversarios políticos y a colectivos a los que esta formación radical considera hostiles como inmundicia con la que hay que acabar. La imagen del cartel oficial, con una escoba y el lema "barrámoslos" ha causado una lógica indignación por sus connotaciones totalitaristas.
El cartel reivindica además lo que los independentistas denominan "Països Catalans", una ficción que demuestra el carácter expansionista típico de todo nacionalismo. Se trata aquí de un guiño para intentar extender las protestas antiespañolas a comunidades vecinas, donde aun cuando el independentismo carece de apoyos sólidos, sí cuenta con grupúsculos radicalizados que pueden hacer ruido de cara al 1-O.
Como las dianas en el País Vasco
El cartel de la CUP recuerda a las dianas que los radicales abertzales han venido pintando sobre los nombres de aquellos a quienes consideraban enemigos de la patria vasca al objeto de amedrentarlos. Es verdad que en Cataluña este señalamiento es menos inquietante porque no existe el terrorismo, pero el llamamiento de los dirigentes de la CUP a "hacer frente" y "plantar cara" a las "fuerzas españolas" no puede dejar indiferente.
Entre los señalados en el cartel están desde Felipe VI o Rajoy a Aznar, Mas, Pujol o el torero Padilla. Es lamentable que en el PDeCat haya escocido sólo el hecho de que se haya puesto al mismo nivel a los expresidentes catalanes con Rajoy, "el jefe de un Estado que persigue por las ideas", han manifestado. Hace tiempo que los convergentes anteponen la independencia a cualquier agravio o barbaridad.
Objetivo: agitar la calle
La circunstancia de que esta agresiva campaña de la CUP se lance en medio de ataques al turismo y sólo unos días después de la manifestación frente a un cuartel de la Guardia Civil en Barcelona anuncia posibles nuevos incidentes ante los que las autoridades deben estar vigilantes, máxime cuando los dirigentes de la formación antisistema apuestan sin disimulos por agitar la calle.