El sondeo de EL ESPAÑOL que sobre el referéndum separatista venimos publicando desde el domingo revela que el dramatismo instalado en la sociedad catalana hace prever una gran movilización el 1-O. Según SocioMétrica, la mitad de los catalanes podría ir a votar si finalmente hay urnas.
Ocurre que, junto a los separatistas, muchos ciudadanos opuestos a la independencia se ven tentados a participar con la intención de frenar el sí. Esa es la trampa de los promotores del referéndum, pues el resultado está cantado: se calcula que el voto favorable a la independencia llegaría al 72%. Es decir, la participación de los no independentistas sólo serviría para dar apariencia de legitimidad al proceso.
Retirada de las urnas
Una democracia madura, lo primero que debe hacer es evitar sin complejos ese golpe de Estado disfrazado de voluntad popular. Hoy, destacados constitucionalistas de nuestro país como Enrique Arnaldo, Jorge de Esteban, Tomás Ramón Fernández, Teresa Freixes o Manuel Pulido aseguran que, en última instancia, las Fuerzas de Seguridad del Estado tendrán que retirar las urnas.
Pero no basta con evitar el 1-O; el problema no acaba ese día. De ahí el acierto y la oportunidad de Pedro Sánchez de ofrecer una salida política consistente en crear una comisión en el Congreso para reformar el Estado autonómico. Después de que Podemos, Ciudadanos y hasta el PDeCAT hubieran acogido la propuesta con agrado, Rajoy no ha tenido más remedio que recoger el guante.
Una válvula de escape
Tan cierto es que el pulso al Estado de los separatistas no puede tener premio, como que existe un descontento social en Cataluña que requiere una válvula de escape. Hasta ahora, la pasividad del Gobierno ha jugado a favor de la estrategia de tensión de los separatistas; la iniciativa del líder del PSOE puede ayudar a rebajarla, con una propuesta que tiene la ventaja añadida de que está pensada con vocación integradora para el conjunto de España.
Después de haberse enredado estérilmente con el concepto de nación y la nación de naciones, el PSOE demuestra altura de miras al ponerse junto al Gobierno para evitar el referéndum ilegal al mismo tiempo que señala un camino que puede resolver el bloqueo político.