Los exabruptos de Carles Puigdemont, que ha tachado de “expolio” y “botín de guerra” el regreso del tesoro de Sijena al Monasterio de donde fue comprado ilegalmente y retirado, y la resistencia de decenas de exaltados al traslado de las 44 piezas pendientes de devolución, son nuevas muestras de fanatismo independentista. También de su desprecio por las leyes y de su capacidad para retorcer y manipular la realidad con el objetivo de alimentar el victimismo y rascar votos a las puertas del 21-D.
En este sentido, que el operativo de ejecución de una resolución judicial se haya llevado a cabo entre cargas policiales es responsabilidad de los políticos nacionalistas, que han exacerbado el ánimo de los ciudadanos y sembrado el recelo entre comunidades vecinas. Lejos de ello, deberían de haber respetado y acatado sin aspavientos las decisiones de la Justicia, sobre todo cuando aún quedan dos procesos abiertos que, con toda probabilidad, culminarán en resoluciones similares.
Aspiración legítima y justa
El regreso del tesoro de Sijena es fruto de una aspiración justa y legítima sustanciada en tres procesos de demanda iniciados por el Ayuntamiento de Villanueva de Sijena y el Gobierno de Aragón hace casi tres décadas. Con estos litigios, las autoridades aragonesas han intentado recuperar el patrimonio artístico que, procedente de varias parroquias de Huesca, ha ido recalando en el Museo Nacional de Cataluña y en el Museo de Lleida desde los años 20 del siglo pasado.
Las causas de ese traslado han tenido muy diverso origen: unas veces fue para proteger las obras de la barbarie de la Guerra Civil; otras, directamente del hurto; y otras fruto de transacciones ilegales entre los responsables de las parroquias de la Diócesis de Lleida, antes de que estas estuvieran bajo la jurisdicción de la Diócesis de Barbastro-Monzón.
Indivisibilidad del patrimonio
Los procesos judiciales han sido muy largos, por su propia naturaleza y porque los interesados recurrieron en momentos diferentes a la jurisdicción eclesiástica. Esta avaló muchos contratos, pero la civil y administrativa los ha declarado nulos y ha primado el criterio de la indivisibilidad del patrimonio de Sijena.
Es decir, en todo caso, el "expolio" que denuncia Puigdemont con el aplauso de sus correligionarios se produjo a la inversa y ha sido corregido ahora. Haber rescatado, restaurado y cuidado bienes que nunca fueron suyos no da derecho a la Generalitat a quedárselos en contra de la voluntad de sus propietarios y de las sentencias judiciales. Del mismo modo que las autoridades catalanas celebraron el regreso de su archivo conservado en Salamanca, ahora no tienen razón alguna para quejarse de que el patrimonio de Sijena vuelva a Aragón.