El caso Cifuentes puede hundir más la credibilidad de todo el PP si en la decisión que debe tomar Rajoy para zanjar la crisis acaba pesando más el cálculo electoralista y su animadversión a Cs que la salvaguarda del interés general y la imagen de las instituciones.
La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y destacados barones de este partido están pidiendo a Rajoy que mantenga a la presidenta madrileña y obligue a Cs a retratarse votando junto al PSOE y Podemos en la moción de censura. Los partidarios de blindar a Cifuentes aducen que sólo la Universidad Rey Juan Carlos es responsable de las posibles infracciones o delitos detectados en la emisión del polémico posgrado y que incluso si se demuestra que ella adulteró el currículum con una titulación a la carta no es un caso de corrupción sino una mala práctica en la que han incurrido dirigentes de todos los partidos.
Claudicar ante Rivera
Más aún, los defensores de Cifuentes sostienen que los votantes de centro derecha no entenderían que se prescindiera de un activo político incuestionable por un asunto que consideran nimio, y que Cs acabaría pagando en las urnas su eventual apoyo a PSOE y Podemos si acabara contribuyendo a tumbar al Gobierno regional. De ahí su apuesta por no claudicar ante Rivera.
Por contra, también hay en el PP quienes están convencidos de que hay que cortar por lo sano para que el caso Cifuentes no desacredite aún más al partido. La realidad es que cada vez hay más elementos para dudar de la versión ofrecida por la presidenta madrileña, que ha mantenido que hizo su TFM y que lo defendió durante "unos quince minutos". La declaraciones de las profesoras que impartieron el máster desmienten a Cifuentes.
Indicios de falsedad
Lo mejor que puede hacer el PP designar a un sustituto para la presidenta madrileña. Tan grave, incluso peor, que anotarse una titulación falsa es haber faltado a la verdad en sede parlamentaria, de lo cual ya hay algunos indicios. Ciertamente Rajoy no está moralmente capacitado para dar lecciones a Cifuentes, pero tiene la última palabra en una crisis que ya le está saliendo muy cara al PP.