Isabel Gallego, directora general de Comunicación de la Comunidad de Madrid en tiempos de los populares Esperanza Aguirre e Ignacio González, ha decidido tirar de la manta al señalar ante el juez del 'caso Púnica' que algunos consejeros de los gobiernos presididos por los citados Aguirre y González tenían “su propio chiringuito”, que se pagaba con dinero público, para “promoción personal”.
La que fuera mano derecha de los antecesores de Cristina Cifuentes en la Puerta del Sol ha puesto en el disparadero a cuatro consejeros que ocuparon destacados puestos en los distintos ejecutivos de ambos mandatarios: Alfredo Prada (vicepresidente segundo y consejero de Justicia e Interior), Manuel Lamela (consejero de Transporte y también de Sanidad y Consumo), Francisco Granados (consejero de Transportes, Presidencia, Justicia e Interior) y Lucía Figar (responsable de Inmigración, Educación y Empleo y Educación, Juventud y Deporte).
Cuestión de imagen
La imputación del informático Alejandro de Pedro en Púnica ya dejó bastante claro que en cuestiones de imagen, a Aguirre y González, especialmente al segundo, les preocupaba mucho más la suya personal que la de sus respectivos gobiernos. Eran tiempos en los que todo valía para acrecentar sus logros frente… a los de Alberto Ruiz-Gallardón, la ‘bestia negra’ del aguirrismo en aquellos años. Es por ello que resulta bastante comprensible que algunos ‘ministros’ de la ‘lideresa’ montaran ‘chiringos’ a imagen y semejanza de los de sus jefes.
Isabel Gallego era una persona de la absoluta confianza de González. Con él trabajo en el Ministerio del Interior antes de que Aguirre se lo llevara con ella. Y fue él quien la fichó para la Comunidad y la puso al frente de la comunicación del Gobierno regional con plenos poderes para hacer y deshacer. Y si bien es cierto que Gallego siempre trabajó bien para su ‘jefa’ no lo es menos que su lealtad absoluta estuvo siempre con el vicepresidente que posteriormente se convirtió en presidente de la Comunidad de Madrid.
Nombres propios
Por eso no es demasiado sorprendente que en el listado de ‘chiringuitos’ que detalla Gallego se haya volcado en aquellos nombres propios que estaban notoriamente enfrentados a su jefe. Alfredo Prada y González eran vicepresidentes del primer Gobierno de Aguirre y se disputaban el favor de la presidenta; con Francisco Granados las desavenencias era públicas y notorias; lo mismo que con Lamela y con Lucía Figar, a quien González veía como una enemiga en potencia de cara a una posible sucesión.
Casualmente todos los consejeros que pone en la picota la ex responsable de Comunicación fueron nombrados por Esperanza Aguirre y sólo Figar estuvo en el Gobierno de González pero porque la heredó tras la renuncia por sorpresa de la presidenta. No deja de ser sorprendente que a la hora de hablar de ‘chiringuitos’ a Isabel Gallego se le haya olvidado el Canal de Isabel II, la gran máquina de repartir dinero y favores que siempre estuvo bajo el mando de González, desde el primero hasta el último día que estuvo en la Comunidad de Madrid.