No se sabe qué es peor. Si la humillación a la que ha sometido el nuevo president de la Generalitat al Estado en su toma de posesión –obviando al Rey, a la Constitución, a la bandera española y al Gobierno central– o la certeza de que este ninguneo se ha producido gracias a la hipocresía política de Mariano Rajoy.
Si la reunión entre el presidente del Gobierno y Albert Rivera se hubiera celebrado después de la clandestina y antiespañola toma de posesión de Quim Torra, el líder de Ciudadanos hubiera podido añadir, a buen seguro, más argumentos en defensa de sus tesis para mantener y ampliar la aplicación del artículo 155 de la Constitución sobre la comunidad autónoma catalana.
El TC como excusa
Pero Rivera, como ya se esperaba, no ha logrado convencer a Rajoy. El presidente, que sigue siendo prisionero de sus acuerdos con el PNV, al menos hasta que se apruebe el Presupuesto, se fía de Torra pese a que todas las señales que envía apuntan a que lo suyo puede ser incluso peor que lo de Carles Puigdemont. Moncloa, que cuenta con el apoyo del PSOE, se limita a hablar de respuestas pactadas y proporcionales pero sin entrar en detalles.
En el entorno del Gobierno se escudan en el TC para justificar su negativa a aplicar un 155 ampliado como pide Rivera. Dicen que hacerlo sin que mediaran actuaciones ilegales concretas de Torra podría provocar que los independentistas recurrieran al Constitucional. Y que sería una catástrofe que éste paralizara su aplicación. Una mala excusa, toda vez que aplicar el citado artículo es una decisión meramente política. Ciudadanos cree, además, que solo con el discurso de investidura de Torra ya habría motivos que justificarían el mantenimiento de la intervención del Estado.
Pero Rajoy va a lo suyo. Y para que no haya dudas sobre sus verdaderas intenciones, ha citado los próximos días a Pablo Iglesias, que ya en octubre se opuso frontalmente a la aplicación del 155 y que desde entonces no ha cambiado de opinión. Podemos decir que el inquilino de la Moncloa busca aliados que justifiquen su inacción en Cataluña, justo lo contrario de lo que le ha pedido Ciudadanos.
El acuerdo PP-Cs, en vía muerta
El líder naranja le ha exigido un 155 más contundente que controle las finanzas de la Generalitat, los Mossos d’Esquadra, los medios de comunicación públicos y la política internacional del Govern. Rivera le ha ofrecido “todo el apoyo” si decide actuar en Cataluña y no “salir corriendo”. Para esto último, dijo, “no le hacemos falta”.
Con todo ello, el pacto entre populares y naranjas parece entrar en vía muerta. El Gobierno quiere que Cs se una al consenso general o que se quede aislado y señalado si no lo hace. En el entorno de Rivera tienen claro que no van a apoyar la pasividad gubernamental en Cataluña. Con los antecedentes de Rajoy, cuando se habla de consenso, dicen, es porque alguien quiere darle una patada a la legalidad.