Por primera vez en nuestra reciente historia parlamentaria, una moción de censura arrancará sin saber a ciencia cierta su resultado final. Pedro Sánchez empezará este jueves su parlamento contra Mariano Rajoy sin tener la certeza de contar con los 176 votos necesarios para expulsar al popular de la Presidencia del Gobierno.
De salir adelante el intento del líder socialista, el actual inquilino de la Moncloa tendrá el dudoso honor –ganado a pulso– de ser el primer presidente de nuestra reciente democracia al que una moción de censura descabalga del poder. Un baldón insoportable para el orgulloso jefe del Ejecutivo.
Ni Rajoy ni Sánchez
Pase lo que pase en la votación del viernes, EL ESPAÑOL cree que esta situación de parálisis sólo se resuelve en las urnas. Ni Mariano Rajoy tiene capacidad y apoyos necesarios para culminar sin dar tumbos los dos años de Legislatura que le quedan por delante, ni Pedro Sánchez cuenta con los escaños suficientes para poder gobernar sin sobresaltos que pudieran entorpecer nuestra recuperación económica.
Además, la victoria de Sánchez solo se producirá si los nacionalistas vascos y catalanes están de su parte, toda vez que Ciudadanos, al menos hasta el momento, sigue dándole calabazas al dirigente socialista. Cuestiones como la integridad territorial o el siempre espinoso tema de los presos vascos volverán a enturbiar la vida cotidiana de los españoles.
Por todo ello, y frente a la hoja de ruta que esgrime Pedro Sánchez –“moción de censura, estabilidad institucional y después elecciones”– nosotros exigimos elecciones, elecciones y elecciones.
Fecha concreta y gobierno consensuado
No hay otro camino para salir de la fosa séptica a la que una sentencia demoledora ha conducido a este Gobierno y a este presidente. Un fallo demoledor que pone en evidencia la corrupción institucional del partido que sujeta a uno y a otro.
Pedro Sánchez se ha equivocado al no convertir su más que lógica moción de censura contra Mariano Rajoy en un simple instrumento para convocar elecciones inmediatamente. Sánchez quiere gobernar cuando lo que debería haber pretendido es echar a un presidente marcado por la corrupción y llamar a los ciudadanos a votar. Pero parece que su ambición personal le lleva a querer ser presidente sin pasar por las urnas, como le ha reprochado el censurado Rajoy.
El líder del PSOE aún está a tiempo, esta mañana, de quitarse el lastre de los nacionalistas catalanes y vascos si pone una fecha electoral inminente y consensua una labor de Gobierno hasta ese día. Si lo hiciera, Rivera tendría muy difícil mirar para otro lado.