Apenas 24 horas después de que en la cita entre Pedro Sánchez y Quim Torra no se abordara la cuestión de las tan traídas reformas constitucionales pendientes, la vicepresidenta Carmen Calvo encargó a la RAE un informe sobre lo que el Ejecutivo entiende por "adecuación" de la Carta Magna a un lenguaje "inclusivo, correcto y verdadero".
Se da la circunstancia de que en la Real Academia existe un informe de 2012 del catedrático Ignacio Bosque, y cuyas conclusiones recogemos en EL ESPAÑOL, en el que el autor alerta de que "no se podría hablar" si hubiera que incluir la forma masculina y femenina de todas las palabras.
Revisionismo absurdo
Es curioso, cuanto menos, que el Ejecutivo ponga tanto énfasis en esta cuestión lingüística y que sea toda una vicepresidenta la que encargue a una institución independiente como la RAE un informe que corrobore sus tesis sobre los "estereotipos patriarcales".
Aplicar los criterios del Gobierno dificultaría la comunicación e impondría un lenguaje artificial muy alejado del que se habla en la calle. Esto es especialmente significativo en un momento en que las instituciones hacen un esfuerzo de acercamiento a los ciudadanos. Ese revisionismo daría además lugar a absurdos: ¿habría que inventar masculinos para periodista, psiquiatra o dentista?
Lenguaje es comunicación
Pero, sobre todo, la cruzada de Carmen Calvo contra el supuesto sexismo lingüístico de la Constitución significa poner el foco en un asunto absolutamente secundario cuando hay problemas reales y acuciantes en España. ¿De veras cree el Gobierno que cuando la Constitución emplea el término “españoles” quedan fuera y se discrimina a las españolas?
Intentar llevar cuestiones ideológicas al plano de la lengua no sólo es alimentar una problemática marginal. Equivale a dinamitar la esencia del lenguaje, que es facilitar la comunicación. La Constitución sólo es machista para quien se acerca a ella con prejuicios.