La trascendencia de las manifestaciones de Corinna sobre la presunta corrupción de Juan Carlos I exige una explicación. EL ESPAÑOL ha publicado la grabación de una conversación entre el excomisario Villarejo, el empresario Villalonga y la "amiga entrañable" del rey emérito en la que esta asegura que Juan Carlos I puso propiedades en el extranjero a su nombre y utiliza cuentas suizas en las que aparece como titular Álvaro de Orleans-Borbón, su primo.
Si bien la Constitución estipula el principio de "inviolabilidad" del monarca por sus actos en el ejercicio del reinado -como en principio sería este caso-, la gravedad de las actividades descritas obligan al Ejecutivo a impulsar el esclarecimiento de los hechos.
Las pruebas
En todo este caso, varios puntos deben quedar meridianos. El primero, que la cinta es absolutamente verdadera y que la persona que habla es Corinna zu Sayn-Wittgenstein. El segundo, que es secundario si la difusión favorece o no al comisario Villarejo, hoy en prisión preventiva y guardián de grandes secretos de Estado. Aquí lo grave es la denuncia de un posible enriquecimiento ilícito del Jefe del Estado.
Por otra parte, se hace imprescindible poner luz y taquígrafos sobre el CNI y sobre su director, Félix Sanz Roldán, a quien Corinna señala directamente como la persona que la amenazó a ella y a su familia. El Gobierno ha de ser especialmente cauteloso por cuanto Sanz Roldán no puede ser juez y parte en la investigación.
Memoria reciente
El Gobierno de Pedro Sánchez, tan centrado en resolver la memoria histórica de hechos acontecidos hace 80 años, debería poner todo su empeño para resolver las dudas de un pasado mucho más reciente: las sombras que envuelven al único rey que ha abdicado en España en dos siglos.
Estamos ante un caso que afecta a la credibilidad de las instituciones del Estado y como tal hay que afrontarlo. Nada perjudicaría más a Felipe VI y a la propia institución monárquica que tratar de echar tierra sobre este inquietante asunto.