La esperpéntica votación en el Congreso de los Diputados para renovar el Consejo de Administración de RTVE es la guinda a una chapuza que se inició con la falsa proclama de despolitizar la televisión pública. El hecho de que por un solo voto la Cámara no respaldara la lista pactada entre los socialistas, Podemos y el PNV es el ejemplo más claro, además, de la frágil situación de Pedro Sánchez.
El Pleno del Congreso votaba este lunes el nombramiento de los cuatro miembros de RTVE a propuesta del Senado para completar así la lista de 10 que componen el Consejo. A la hora de la verdad no se logró la mayoría absoluta necesaria de 176 votos y comenzaron los reproches, dirigidos -sobre todo- desde las filas de Podemos hacia las del PSOE: ¿Error o sabotaje?
Administrador único
Tras el fiasco, se anula todo el procedimiento: ahora deberá ser un administrador único el que dirija RTVE de forma transitoria hasta que haya un concurso público. Pero ese administrador requerirá, de igual modo, del apoyo de la mayoría absoluta del Congreso. ¿Quién garantiza que se lograrán esta vez lo votos? ¿Lo elegirá Iglesias, que era a quien Sánchez quería premiar por su apoyo en la moción de censura a Rajoy?
Todo después de un gran bochorno que dura ya semanas. PSOE y Podemos dijeron que todo el proceso era para despolitizar RTVE y garantizar su neutralidad, pero el perfil de los consejeros nominados rayaba el activismo. Sus nombres se negociaron en los despachos, sin luz ni taquígrafos. Ciudadanos sale reforzado: es el único partido se negó desde el primer día a entrar en el chalaneo.
Decretazo televisivo
Al final, este episodio deja en evidencia al PSOE, que no ha sido capaz ni de gestionar su propio decretazo televisivo. Lo vivido en las Cortes este lunes puede resquebrajar así mismo la confianza entre Sánchez e Iglesias.
Lo de RTVE es en realidad una metáfora de la situación de España. Sánchez pidió apoyo para echar a Rajoy prometiendo tres cosas: moción de censura, estabilidad y elecciones. Tras la moción, la situación es tumultuosa e inestable, y el Gobierno trata de perpetuarse con concesiones al nacionalismo. Sánchez lleva camino de ser el administrador único de un país que, como RTVE, tiene su futuro en el aire.