En puridad, la rueda de prensa de este viernes de Pedro Sánchez puede considerarse la primera como jefe del Ejecutivo. Comparece dos meses después de su toma de posesión y lo hace un 3 de agosto, con España en plenas vacaciones y los ciudadanos más pendientes de disfrutar que de cuestiones políticas.
Es significativo, también, que el presidente haya dado la cara justo el día después de publicarse el barómetro del CIS que otorga al PSOE una ventaja de 10 puntos sobre PP y Cs. Un barómetro -no hay que olvidarlo- bajo sospecha al haber sido cocinado por José Félix Tezanos, hasta hace unos días secretario de Estudios y Programas de la Ejecutiva socialista.
Plasma vs. ausencia
Resulta incoherente que Sánchez, que tanto criticó las comparecencias en plasma de Rajoy, haya hurtado las explicaciones públicas de su gestión durante 60 días. Más aún cuando en ese tiempo España se ha enfrentado a situaciones que lo requerían: la avalancha de inmigrantes, la implicación de Juan Carlos I en las cintas de Corinna reveladas por EL ESPAÑOL o la huelga del taxi en las principales ciudades del país.
En el balance que Sánchez hizo de lo realizado desde que llegó al Palacio de la Moncloa quedó claro que algunas de sus iniciativas estrella empiezan a difuminarse: es el caso de la gestión de la crisis migratoria, la operación diálogo con Cataluña o el propio traslado de los restos de Franco.
Funambulismo presidencial
En torno a la inmigración, el Gobierno ha pasado de publicitar la retirada de las concertinas a informar de la creación de "un Mando Único Operativo" en el Estrecho y en Ceuta y Melilla, y con la cooperación de Marruecos, al que se ignoró. En Cataluña, Sánchez ya avisa que descarta una solución pactada con Torra durante su mandato, y que se conforma con seguir hablando. Y respecto a la exhumación de Franco -que anunció para julio-, ahora confiesa que no será tan inmediata.
Va de suyo que Sánchez se ve abocado, por tanto, a un cierto funambulismo entre sus promesas y las condiciones que impone la realidad. El presidente ha dado la cara tarde, con el viento a favor y en tiempo de bañadores: tratando de obviar un otoño que se antoja complicado.