Finalmente -y tras muchos vaivenes-, la exhumación de los restos de Franco se llevará a cabo mediante un decretazo por el cual se modificará la Ley de la Memoria Histórica. El Ejecutivo quiere que esta medida estrella de Sánchez se apruebe en Consejo de Ministros el viernes y que pueda ser publicada en el BOE del próximo sábado.
No obstante, sorprenden varios aspectos en todo este asunto. Si bien no hay ninguna objeción de fondo a que se saquen los restos de Franco del Valle de los Caídos, sí las hay en la forma de hacerlo. Tal es la urgencia de Sánchez que ha optado por la fórmula del decreto ley, evitando así cualquier bloqueo judicial y que la familia del dictador pueda recurrir.
Decretazo
Frente al decretazo, el Ejecutivo bien podría haber elegido la vía de un proyecto de ley y someter así el traslado de los restos del dictador al debate y al consenso, además de a los informes de los órganos consultivos.
La premura del Gobierno en desenterrar a Franco "cuanto antes" no parece que obedezca a un clamor ciudadano. Lo que evidencian estas prisas es que lo único que se juega el presidente con la exhumación es la credibilidad de cara a su electorado y a sus socios de investidura.
Urgencia
Además, como informa EL ESPAÑOL, es preciso el plácet de la orden benedictina, que ostenta la titularidad de la basílica de Cuelgamuros desde 1958. Los monjes ya han advertido que el Ejecutivo ha de tener en cuenta a los familiares.
Sea como fuere, hay que preguntarse por qué desenterrar a Franco es la única urgencia del Gobierno de Pedro Sánchez. Una cosa es que la mayoría social pueda respaldar la iniciativa, y otra es que se haga sin discusión y a las bravas.