El acuerdo entre Podemos y los socialistas para eliminar la capacidad de veto del Senado modificando la Ley de Estabilidad Presupuestaria es un ataque frontal a la calidad democrática. Dicha Ley para fijar el techo de gasto se aprobó en 2011 con los votos de PSOE y PP, y en 2012 fue modificada por Rajoy para hacer efectivo dicho veto. Ahora mismo el Gobierno y sus aliados buscan la herramienta legislativa adecuada (barajaban real decreto o ley orgánica) con la que soslayar la función del Senado y la mayoría de PP y Ciudadanos en esta cámara. La opción de la proposición de ley por la que se inclinan es mejor porque abriría su debate parlamentario, al contrario que el decreto, la vía rápida que habían pensado Sánchez y Podemos para saltarse al Senado evitando la oposición del resto de partidos.
Y ya no es sólo que ésta sea otra de las medidas exprés de Sánchez; es que se ha conocido tarde y con nocturnidad, publicitada por Podemos como su gran hito de la legislatura. Pablo Echenique ha sido claro: han arrancado al PP "su última palanca de poder". Hay que recordar que la posibilidad de cambiar la legislación para devaluar el papel del Senado ya fue sugerida en julio por la vicepresidenta Carmen Calvo.
Peligroso precedente
Cs y PP han puesto el grito en el cielo. Los populares ya han avisado que pueden elevar recursos ante el Tribunal Constitucional. Laminar la acción de la Cámara Alta sólo puede entenderse en el afán de los socios de Sánchez por dilapidar las instituciones y crear un sistema ad hoc, estableciendo así un peligroso precedente en el que el mecanismo de las dos cámaras se altera según las circunstancias. Este utilitarismo, pues, debilita la calidad del sistema y se explica por la resistencia del Ejecutivo a convocar elecciones.
Podemos ha sido coherente con su principio de tomar "el cielo por asalto". Lo dramático es, en todo caso, comprobar cómo el Partido Socialista, con sólo 84 diputados, es copartícipe del esfuerzo de la formación morada y de los independentistas por torpedear nuestro funcionamiento político.
Voladura del sistema
Que un Gobierno en una situación precaria no dé la cara y sus medidas se tomen a las bravas -por la vía del decretazo cuando no por la voladura del sistema- demuestra que Sánchez no tiene el más mínimo rubor en agotar la legislatura y conceder hasta el infinito a sus socios de investidura. En saltarse todas las líneas rojas.
El socialismo constitucional debe tomar cartas en el asunto. Sánchez parece entregado a ese populismo que modela el Estado a conveniencia y que cambia las reglas de juego en mitad del partido. La reforma o la eliminación del Senado no puede abordarse sin un debate sosegado ni un consenso profundo.