Las pruebas realizadas a la tesis doctoral de Pedro Sánchez permiten concluir que ésta no es producto de un plagio. El porcentaje de coincidencias detectado con otros documentos ya publicados es inferior al que se considera reprobable. Sí puede decirse de ese trabajo que contiene atribuciones mal hechas, que le faltan comillas, incluso que es "flojo", como declaraba el domingo a EL ESPAÑOL el presidente de la Real Academia de Doctores.
Ahora bien, que la tesis del presidente del Gobierno no sea un plagio no significa que esté libre de sospechas ni disipa un proceso de elaboración plagado de anomalías. Quizás las mayores objeciones haya que buscarlas en la colaboración de Juan Padilla, el hombre orquesta de la tesis. Padilla, amigo personal de Sánchez y compañero de departamento en la Facultad, estuvo en el tribunal que juzgó la tesis. Juntos firmaron artículos cuyo contenido se subsumió en ella. Y resulta sospechosa, por lo demás, la gran cantidad de material estadístico que aporta el trabajo, precisamente la especialidad de Padilla.
Facilidades a políticos
El presidente del Gobierno calificó anoche en La Sexta de "fake news" las denuncias sobre su tesis doctoral y se enrocó en la idea de no acudir a dar explicaciones al Parlamento con la excusa de que, caso de hacerlo, contribuiría a "enturbiar" la política. Creemos que es un error. Lo cierto es que tanto Sánchez como Casado se beneficiaron de unas laxitudes académicas por su condición de políticos de las que no goza el resto de estudiantes. A Sánchez se le dio todo tipo de facilidades desde la Camilo José Cela para que se doctorase y se le concedió un cum laude que seguramente no merecía. A Casado se le relajaron tanto las condiciones para obtener su máster que podría decirse que la Rey Juan Carlos se lo regaló.
Por lo tanto, donde está el escándalo, para empezar, es en la Universidad. Los hechos vienen a demostrar que no se están cumpliendo unos mínimos estándares de rigor. Falta nivel de exigencia, sigue habiendo endogamia y no se cultiva la excelencia. Y eso, en la educación superior de un país, es muy grave. Si algo ha quedado patente es que la Universidad española necesita una reforma.
No hay ilegalidades
Con los elementos de juicio que hay hasta ahora sobre la mesa, la situación de Sánchez se asemeja mucho más a la de Pablo Casado que a la de Carmen Montón, que tuvo que dimitir por plagio. Por lo tanto, creemos que no es coherente pedir la dimisión de Sánchez sin reclamar la de Casado, ni exculpar a uno y condenar al otro, que es la posición que sostiene un sector de la opinión en España en función de sus preferencias políticas.
Dado que no se ha demostrado a día de hoy que Sánchez o Casado hayan cometido ilegalidad alguna, creemos que sería una temeridad promover el descabezamiento de los dos grandes partidos nacionales. Más si cabe en una situación tan delicada como la actual. Pero lo que sí debería hacer el presidente del Gobierno es impulsar reformas en la Universidad y, dado que asegura que todo está muy claro, dar la cara en el Parlamento.