Susana Díaz ha decidido adelantar las elecciones en Andalucía para el próximo 2 de diciembre, cuatro meses antes de que finalizara la legislatura ordinaria. La noticia era un secreto a voces desde este verano, tras la negativa de Ciudadanos a apoyar las cuentas autonómicas por la oposición de los socialistas a acometer medidas de regeneración democrática.
Las terceras elecciones anticipadas que vivirá Andalucía en su historia abren un ciclo electoral que continuará en mayo de 2019 con las europeas, las municipales y autonómicas. Por ello, esos comicios andaluces supondrán un test que puede anticipar los cambios demoscópicos que se están produciendo en España.
Corrupción y Cataluña
Es más que probable, por todo ello, que la campaña se haga en clave nacional. Junto a la corrupción, los ERE -caso por el que la presidenta Díaz deberá comparecer en noviembre en el Senado-, el deterioro de la Sanidad o el desempleo, el procés en Cataluña o el auge del populismo estarán en los mensajes.
Andalucía será, en ese sentido también, el primer campo de batalla en el que Pablo Casado y Albert Rivera empezarán a disputarse el liderazgo del centro derecha. La última encuesta de EL ESPAÑOL daba un empate técnico entre PP y CS, con un PSOE que se mantiene en cabeza, pero a la baja.
La "estabilidad"
Es significativo que la presidenta de la Junta haya aducido para justificar el adelanto electoral la falta de "estabilidad" en un Parlamento autonómico donde cuenta, comparativamente, con casi el doble de diputados socialistas que Pedro Sánchez tiene en el Congreso de los Diputados. Como Susana Díaz no da puntada sin hilo, es lógico entrever en sus palabras un reproche tácito a los equilibrios imposibles con los que Sánchez se aferra a la Moncloa.
Si la presidenta andaluza ha dado un paso adelante es, entre otras razones, para blindarse precisamente del desgaste que empieza a acusar Sánchez por su gestión de la cuestión catalana. De esta forma, Díaz le enseña el camino al presidente del Gobierno.