Este martes, las autoridades turcas han informado que Jamal Khashoggi, periodista crítico con el régimen de Riad, fue descuartizado después de haber sido asesinado durante un interrogatorio en la embajada de Arabia Saudí en Estambul. Este crimen viene a ser la enésima demostración de que en el país árabe se vulneran los derechos humanos.
El episodio debería de servir de piedra de toque para las democracias. La globalización genera un nuevo orden internacional donde, o bien se está con la legalidad, o bien se toleran y se amparan sistemas autócratas: de Donald Trump a Vladimir Putin, pasando por el propio príncipe heredero Bin Salmán.
Cerrar en falso
Cuando tan necesarios son los mecanismos globales para garantizar unas normas básicas de civilización, todo indica que el asesinato de Khashoggi se cerrará en falso y que se mirará hacia otro lado. Pero sería un error que nadie impusiera sanciones a Arabia Saudí.
Para prevenir al mundo de este tipo de tropelías se precisa de un Tribunal Penal Internacional efectivo, más aún cuando hay que recordar que sus jueces nunca han perseguido a ningún mandatario en el ejercicio de su poder. Es más, dirigentes como Donald Trump no le reconocen autoridad alguna y amenazan con tomar represalias en el caso de que iniciara acciones contra ciudadanos estadounidenses.
Urge claridad
Por lo que se refiere a España, ya estamos viendo que tanto Podemos como los nacionalistas tratan de aprovechar lo sucedido para atacar a la monarquía, y eso a cuenta de la cercanía mantenida por el Rey emérito con las autoridades de Riad. Algo así ya lo vivimos tras los atentados yihadistas en Cataluña, donde poco menos que se culpó a Felipe VI de ser responsable del zarpazo terrorista.
En medio de esta zozobra hace equilibrios el Gobierno de Pedro Sánchez, que el próximo 24 de este mes comparecerá en el Congreso para explicar la venta a Arabia Saudí de bombas de precisión láser, y lo hará tras la petición registrada por su socio, Podemos. Urge claridad, exigir explicaciones a Riad y establecer con criterio nuestras prioridades en el exterior. No todo es admisible.