Las elecciones en Andalucía de este domingo suponen un vuelco histórico. Los 33 escaños (28%) que obtiene Susana Díaz son el peor resultado en casi 40 años de socialismo hegemónico. El PSOE, pese a adelantar confiadamente los comicios, pierden 400.000 votos y 14 escaños respecto a 2015.
Pero esta debacle del PSOE no es más que el reflejo de cómo los ciudadanos han castigado a los grandes partidos nacionales por su falta de claridad, por su debilidad -cuando no connivencia- ante los separatistas catalanes. Porque el PP, aunque ahora tiene paradójicamente opciones de gobernar Andalucía, ha cosechado, igualmente, su peor registro con un 21% y un retroceso de 315.000 votos menos y 7 escaños.
La elección ha tenido un marcado e inevitable carácter nacional, y la lección que le deja a Pedro Sánchez es terrible para sus expectativas. El granero andaluz del PSOE ha desaparecido y el bloque de la izquierda ha sucumbido con claridad.
Irrupción de Vox
La gran novedad de estos comicios es la irrupción de Vox, que superando sus mejores pronósticos obtiene un 11% y 12 escaños (395.000 votos) y se consagra como fuerza política nacional. Por primera vez, desde los albores de la Transición, una fuerza de extrema derecha adquiere protagonismo institucional.
Ciudadanos es el otro gran vencedor del 2-D. Aunque no logra rebasar al PP de Pablo Casado en Andalucía, asciende a la tercera plaza ganando más de 290.000 votos y pasando de 9 a 21 escaños. Ha retrocedido el bipartidismo, pero ha retrocedido también Adelante Andalucía, que se deja 280.000 votos. Los podemitas, que concurrían junto a Izquierda Unida, no sólo son incapaces de recoger alguno de los 14 escaños que ha perdido Susana Díaz sino que pierden tres más.
PP y Cs suman 47 de los 109 escaños del Parlamento andaluz y son la garantía del constitucionalismo tanto frente a una formación como Vox -eurófoba y que defiende la desaparición del modelo autonómico- como frente al rupturismo de Podemos.
Pacto paritario
Por eso, si el sábado, en la jornada de reflexión, pedíamos el voto para PP y Cs, hoy, a la luz del cambio histórico en Andalucía, abogamos por un pacto paritario en el que populares y naranjas se pongan de acuerdo para gobernar. Si bien el PP tiene más votos y escaños, es Ciudadanos quien ha subido decisivamente. Una fórmula podría ser que quien tuviera la presidencia de la Junta, cediera al otro una consejería más.
Si Susana Díaz fuer coherente y cumpliera su promesa de "parar a la extrema derecha" desde "las fuerzas constitucionalistas", debería abstenerse para que el centroderecha protagonice el cambio tranquilo que necesita Andalucía. La propia Susana Díaz ha gobernado en las dos últimas legislaturas con los mismos 47 escaños que ahora suman PP y Cs.
Las urnas han hablado y han decidido romper el monopolio socialista. Conviene que la regeneración no venga al galope de los extremismos populistas.