Pedro Sánchez está dispuesto a recluirse en la Moncloa con una nueva estrategia. El eje del nuevo proyecto político del presidente del Gobierno pasa por usar el miedo a Vox, por azuzarlo, para justificar su presidencia.
Sánchez, en lugar de asumir culpa alguna en la debacle socialista en Andalucía, ha optado por huir hacia adelante. La estrategia consiste ahora en presentar en enero los Presupuestos Generales para intentar forzar a los nacionalistas a apoyarlos como escudo frente a la extrema derecha. Un nuevo bandazo: tan lejos como el viernes, la vicepresidenta Carmen Calvo apostaba por no presentar las cuentas hasta reformar la Ley de estabilidad, lo que alargaría el proceso.
Elogio a Abascal
En la entrevista de este martes en Telecinco, el presidente del Gobierno ha dado por hecho un acuerdo entre PP, Cs y "la ultraderecha" para gobernar la Junta -por lejano que aún parezca- y ha achacado el auge de Vox al "liderazgo débil" del PP, mientras elogiaba expresamente "el liderazgo de Santiago Abascal" que los votantes de derechas "no ven en Pablo Casado".
Las manifestaciones de Pedro Sánchez obvian cualquier tipo de autocrítica, pero también la realidad incuestionable de que las elecciones andaluzas fueron un severo correctivo a su Gobierno por su entreguismo a los separatistas catalanes.
Igual que con Podemos
En la entrevista televisiva, Pedro Piqueras no le formuló preguntas incómodas. Una, obvia, debería haber sido si el PSOE se abstendría en Andalucía para permitir un gobierno de PP y Cs que orillase a Vox, como sí hizo la formación de Albert Rivera para evitar que el PSOE gobernara en Andalucía junto a Podemos.
Sea como fuere, Sánchez ha optado por intentar salvarse de la hoguera a la que empuja a Susana Díaz, presentándose como único adalid de las libertades frente a la derecha radical. Por eso, el presidente del Gobierno infla a la formación de Abascal de la misma forma que Rajoy y Soraya hicieron con Podemos para debilitar al PSOE. Nada nuevo bajo el sol.