Los graves disturbios en calles y carreteras de Cataluña, y la última provocación del presidente Torra justificando la violencia al llamar a la sublevación por la "vía eslovena", han obligado a reaccionar al Gobierno de Sánchez. Y hay que decir que ya era hora.
En ese contexto de caos y agitación creciente, con una España que mira atónita la impunidad con la que actúan los violentos en Cataluña, es donde hay que inscribir las tres comunicaciones remitidas este lunes por el Ejecutivo a la Generalitat. Las firman, además, tres pesos pesados del Gabinete: la vicepresidenta Carmen Calvo, José Luis Ábalos y Grande-Marlaska.
Toque de atención
La carta más significativa es la que remite el ministro del Interior. Tras constatar la "grave perturbación del orden público" que se está produciendo en tierras catalanas, conmina a los Mossos a garantizar de forma efectiva la seguridad. En caso de no hacerlo, se muestra dispuesto a enviar a efectivos de la Guardia Civil y de la Policía Nacional.
Con este toque de atención a los separatistas, el Gobierno se la juega a todo o nada. No tenía otra salida. El día 21 ha convocado un Consejo de Ministros en Barcelona que, en las circunstancias actuales, con los CDR envalentonados en la calle, podría acabar como el rosario de la aurora.
¿Punto de no retorno?
Quim Torra ha apretado hasta el límite a Sánchez y, rehén de su propia estrategia del cuanto peor, mejor, puede haber llevado las cosas a un punto de no retorno. Es posible que, aunque ahora intentara un gesto de apaciguamiento para tratar de mantener al PSOE en la Moncloa, haya perdido definitivamente el control de la situación.
La tibieza en Cataluña le ha salido cara a Susana Díaz en Andalucía y Sánchez ha tomado nota. Pero es que además está cargado de argumentos para intervenir en Cataluña. Bien está por tanto su advertencia a los separatistas, pero deberá llevar a cabo las medidas que anuncia y no dar marcha atrás.