El Consejo de Ministros del próximo viernes en Barcelona está suponiendo una verdadera pesadilla para Pedro Sánchez. El presidente sabe que su futuro depende de cómo se desarrolle una jornada que se adivina difícil en muchos aspectos, especialmente en lo relativo a la seguridad.
Aparte de las numerosas amenazas de los CDR para boicotear la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado mediante tácticas de guerrilla urbana, hoy cuenta EL ESPAÑOL que mossos separatistas planean interferir en el operativo policial. El argumento, se justifican, es el de "mantener el contacto directo con los cuerpos policiales y garantizar la seguridad" de los manifestantes.
Doble lenguaje
Según desvela este periódico, los llamados Escudos por la república tienen previsto conformar un cordón humano entre los manifestantes y los agentes de servicio para coaccionar a estos últimos. Este autoerigido cuerpo de orden público dice defender el "espíritu del 1-O" y anima a "defenderse, pero sin atacar", lo que en el doble lenguaje del separatismo equivale a justificar posibles episodios violentos.
Que haya mossos que se movilicen para proteger a los CDR prueba el clima de división que vive la Policía autonómica catalana en vísperas de un acontecimiento decisivo como el del viernes.
No son de fiar
Va de suyo que la Generalitat de Torra no va a esmerarse precisamente por velar por la seguridad del 21-D. La reunión mantenida este lunes en Waterloo entre el cuestionado consejero de Interior, Miquel Buch, y Carles Puigdemont indica que los mandos de los Mossos recibirán instrucciones de un expresidente huido.
En cualquier caso, es gravísimo que un grupo de mossos se planteen bloquear la labor de sus compañeros. La paradoja es que mientras a los violentos CDR les ofrecen protección funcionarios de la propia Policía catalana, el Gobierno ha tenido que movilizar a más de un millar de agentes porque los Mossos no son de fiar. Ni siquiera para Sánchez.